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Me paré frente a la puerta con el corazón en la mano, sabía que mi madre me iba a estar esperando. Suspiré largamente y me decidí a entrar.

—Por fin llegas —dijo al instante que me vio.

—Estaba resolviendo unos asuntos en el colegio —la miré, y para ser sincera su mirada clabava espinas a quien la mirase.

—¿Y por eso te vino a dejar ese auto allá afuera? —se cruzó de brazos.

Giré mi cabeza en dirección a la ventana y luego volví a mirar a la figura que tenía frente a mí.

—Pues... —empecé a decir pero fui interrumpida.

—A mí no me vengas con rodeos, Eleonor. Sé perfectamente que era ella, ¿cierto? —bajé la mirada. —¿Por qué cariño? —se acercó a mí. Me tomó del brazo levemente y me hizo sentarme a un costado de ella en el sofá.

—¿Por qué, qué? —pregunté desentendida.

-¡Por qué demonios estás saliendo con ella, Leo! —elevó la voz en segundos. Mi mamá tenía un carácter agresivo y cualquier situación la ponía así. —¿Desde cuándo te gustan las mujeres? ¿Y por qué tiene que ser ella y no alguien de tu edad? ¿Sabes cuánto te saca?

Posó sus manos en su rostro y yo sólo la miraba. Eran muchas preguntan en tan poco tiempo. Mi mamá no sabía mi interés por las mujeres, ella era la persona más homofobica que conozco. Saber que su hija se relaciona con gente de su mismo sexo la puede volver loca.

—Mamá... —susurré acercando mi mano a su hombro. Pero mi compañera no alcanzó a llegar debido a su nueva reacción.

—¡Esa maldita se tiene que ir presa! ¡No te tienes que acercar más a ella! —se paró del sofá y empezó a caminar de un lado al otro. —Es que cómo es posible —se jalaba el cabello con ambas manos. Paró de frente y me miró. —Dime que esa perra no abusó de ti —dicho eso las lágrimas empezaron a salir de mí. —¡Dímelo! —gritó.

—¡No mamá! —grité también. —¡Nadie abusó de nadie! —me calmé y cerré mis ojos. —Nadie abusó de nadie... —susurré aún con lagrimas en mis ojos.

Se acercó a mí de rodillas. Tomó mis manos e hizo que la mirase.

—Hija —la miré y me di cuenta que también estaba llorando. —Está bien que te gusten las mujeres, eso lo puedo entender. Pero respóndeme una sola cosa, ¿por qué ella? veía tristeza en su mirada.

—No lo entenderás —negué con la cabeza. —Es complejo para ti.

—Sólo respóndeme por favor —suplicó.

—Porque siempre ha estado ahí para mí. Es un ángel mamá —la miré espléndida. —Me ha acompañado en mis peores momentos, me ha aconsejado como tú nunca lo haz hecho. Se preocupa por mí. Me da bienestar y una paz única. Con ella el mundo es mucho más agradable a como era antes —hice una pausa aún con los ojos puestos en su rostro. —Y porque la amo —finalicé.

Mi mamá sólo asentía con la mirada perdida. Se paró nuevamente dándome la espalda.

—¿Por qué no me lo contaste antes? —escuchaba como hacía sollozos.

—Porque tenía miedo —susurré. 

Se volvió a mí. —¿Miedo? —preguntó incrédula.

Asentí con la mirada baja.

—¿Miedo a qué? —volvió a preguntar.

—A esto, a tu reacción.

—¿Y cómo quieres que reaccione? —se llevó una mano a la frente. —Si eres mi hija. ¿Tú crees que para mí es fácil ésta situación? ¿Crees que estar ahora en la boca de todos va hacer muy lindo para la familia?

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora