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Mi mamá vendría al colegio para venir a hablar con Juliane sobre el asunto que pasó hoy. No niego que tengo miedo, no sé qué pasará después de esa conversación que tendrá con mi orientadora. Saber que le conté a ella no creo que le agrade mucho, debido a que piensa que todo el colegio sabrá los problemas que tenemos en casa. Pero lo que ella no sabe es que Juliane no dirá nada a nadie, bueno, a excepción del director que tuvo que comentarle algo para avisarle que nos quedaremos en el colegio hasta tarde y que ella se encargaría de cerrarlo.

Las horas pasaban y todos se habían marchado, sólo quedabamos Juliane y yo dentro del colegio. Yo caminando de un lado a otro y Juliane sentada en su escritorio mirándome sin expresión alguna.

—Si quieres puedes esperar en el patio techado, así cuando llegue tu mamá sólo la haré pasar a la oficina para que no te vea —comentó mientras veía mi deslizamiento.

—¿Después me hará pasar para hablar con ella? —pregunté deteniéndome y cerré los ojos. No quería saber esa respuesta.

—Sí.

Mierda —pensé.

—Tienes que contarle lo que sientes con la situación, saber lo qué te pasa —trató de insitir.

—No, no quiero, sé que me mirará con odio. A ella no le gusta que comente mis cosas en el colegio —me senté tocándome la frente. —No debí haber comentado nada —apreté mis labios.

—Hey no, no digas eso. Créeme que todo esto será para mejor, vamos no tengas miedo —tomó mis manos y empezó a acariciarlas.

—¿Qué no tenga miedo? —reí con ironía. —Usted  no conoce a mi papá, no sabe de lo qué es capaz si se llegase a enterar de esto —suspiré molesta.

—No te hará mas daño, te lo prometo —me miró a los ojos.

Esos ojos que causaban gran efecto en mí me convencieron.

Se levantó de su asiento para abrirme la puerta. —Ve al patio, yo te iré a buscar cuando termine de hablar con tu madre para que tú después lo hagas. Yo ahora llamaré a Alex para avisarle que llegaré tarde ésta noche —estaba apoyada en el marco de la puerta esperando a que me retirara de su oficina.

Me paré del asiento y caminé lento, al pasar por su lado me agarró del brazo haciéndome voltear para quedar frente a ella.

—Todo saldrá bien, Eleonor. Confía en mí —acarició mi mejilla mientras con su otra mano tenía sostenía la mía.

Sólo me dediqué a asentir con la cabeza. Saliendo de su oficina me dirigí al patio techado y me senté en unas bancas que se encontraban allí. Miles de pensamientos pasaban por mi cabeza, y trataba de callarlos pero me era imposible. Tantas emociones encontradas en un sólo día era un tormento.

Me paré de la banca y me dirigí a la cancha de fútbol. Recordé los momentos donde entrenaba y lo bien que lo pasaba, donde era felíz y no lo sabía. Seguí caminando hasta que me encontré con un balón de fútbol y lo primero que hice fue dominarlo con los pies. Al seguir dominandolo perdí el control haciendo que el balón se fuera por el pasillo de donde llegué. Corrí para alcanzarlo y al tomarlo me di cuenta que Juliane se encontraba hablando con alguien ya por las voces que escuchaba, fácilmente descubrí que era la voz de mi mamá, y mi corazón se volvió un hilo con tal solo escucharla.

Quise acercarme para poder escuchar un poquito más y noté que mi mamá tenía un tono de voz elevado y que Juliane intentaba calmarla.

—¡No, Eleonor está mintiendo! Mi marido nunca haría—exclamó mi mamá.

—Señora, por favor cálmese. No quiero que grite, sólo quiero que conversemos tranquilamente —insistió Juliane.

Me volteé rápidamente y salí casi corriendo nuevamente a la cancha con la pelota en la mano.

Eras, Eres y Serás Siempre Tú (COMPLETADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora