El agujero

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La viscosa gota corre por su cara y llega a la comisura del labio, luego otra más gruesa, cae por su frente y se desliza hasta llegar a su nariz.

—¿Qué es? —Se pregunta tratando de ver su entorno, pero los párpados le pesaban tanto que no lograba distinguir nada—. Ese olor... en mi nariz.

Una sombra alargada oscila hacia su derecha, mientras que otra permanece de pie frente a ella. No sabía si era el mismo día que salió de casa por la mañana, preocupada por la amenaza de Darla.

* * *

Agradeció que al menos, ni ella, ni Shane, tuvieran que tomar el autobús como otros días ya que la madre de su amigo los llevó al colegio. Tenía la esperanza que fuese lo mismo a la salida, pero al escuchar como Valerie Morgan le dijo a su hijo que iría por él dos horas antes de la salida de clases, estas se derrumbaron.

—¿Por qué te vas más temprano? —le pregunta a Shane subiendo las escalinatas de entrada del colegio.

—Tengo que ir al médico, para mis exámenes de rutina. Mamá está obsesionada con que gane algunas libras, pero siempre le repito que mi complexión es la de un fideo y no cambiara.

Nerviosa, April mete los dedos por su cabello y enrolla uno de los mechones.

—¿Pensé que nos iríamos juntos?

—¿Qué pasa? —Le toca el hombro sabiendo que su amiga hacia esto cuando estaba tensa—. Te ves pálida, lo note cuando entraste al auto.

—No he dormido bien por los exámenes —dice para no alarmarlo—. Voy a decirle a Nathan que me lleve a casa.

—Entonces admites que te gusta, antes ni siquiera pensabas en pedirle algo así.

—No quiero irme sola —frotó la yema de sus dedos, fríos, como si los hubiera metido en una hielera.

—Debería pedirle consejo para tener más suerte con...

—No menciones a la tal Darla —le suelta encrespada—, odiaría que siguieras besando el suelo que ella pisa cuando es tan mala.

—Pero...

—¡No puedes hacer esto!

—¿Qué?

Escuchan unos gritos desesperados, y voltean a mirar hacia el final del pasillo. Darla Lewis era jalada del brazo, por un hombre en uniforme de policía que fruncía el entrecejo

—¿Que hace el señor Lewis aquí? —masculla Shane.

—¿Quién es? —pregunta April.

—Su padrastro.

—¡Un policía! —alza la voz dos decibelios, sin creer que la delincuente número dos del colegio, para ella el titulo del número uno lo tenía Liam, tuviera de padrastro a un policía.

—Sí, y tiene muy mal carácter.

Tan pronto Darla la ve, intenta zafarse para írsele encima, pero el señor Lewis la inmoviliza llevando su brazo hacia atrás como lo haría con un delincuente.

—Me has dado muchos dolores de cabeza, no más; a partir de ahora vas a aprender a comportarte.

El alboroto provocó que la mitad de los estudiantes salieran de los salones, mientras que los que aún estaban en el pasillo reían por la escena.

—¡No podías cerrar la maldita boca! —Grita Darla cuando ve a April—. No creas que vas a librarte, gusano, mi novio te enseñará a no meterte con nosotros.

En las profundidades del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora