El arcoíris

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«Piensa antes de abrir la boca».

Se reprendió a sí misma, ladeando la cabeza hacia la ventana para evitar ver a Liam que no dijo ni pío después de su arrebatada petición. Por estar demasiado ansiosa al ver el auto de Nathan, aparcado fuera de su casa, no pensó en algo mejor para salir del apuro.

«¿Y ahora como salgo de este embrollo?»

—¿Será que en algún momento me dirás a donde quieres ir? —pregunta Liam arrancándola de sus reflexiones.

—Lo siento, te he forzado a conducir sin una dirección a seguir, y más cuando dijiste que no te gusta hacerlo.

—No importa, la recompensa es pasar tiempo contigo —manifestó satisfecho.

El ronroneo del motor le advirtió que debió ser mas especifica cuando dijo que quería pasar tiempo con él. Tenía que aclarar lo que en realidad quiso decir y cuanto antes mejor.

—Dije que quería...

—Sí.

—Puede ser que hayas pensado que...

—Querías pasar tiempo a solas conmigo.

—Sí, pero no de la manera que...

—Sé lo que quisiste decir, cuando llegamos a tu casa hiciste una pregunta que quedó en el aire, y cuando viste aquel auto con seguridad querías seguir hablando de eso, pero no con tu padre y el visitante cerca.

—En parte... —la interrumpió el sonido de su móvil recibiendo un mensaje—. Estoy en tu casa esperándote, quiero hablar... Nathan —musito leyéndolo.

—¿Quieres ir a casa o...?

—¿Recuerdas cómo llegar al puente Coronado? —pregunta recordando un lugar que le parecía perfecto para relajarse, ver la ciudad, y volver a rellenarlo con preguntas.

—Bueno...

—Mantente en la derecha, en la bifurcación sigue...

—Hacia la salida 1A y me incorporo a la interestatal 5, se por donde debo ir aunque tenga años de no venir.

—Vamos al Centennial Park, es un sitio perfecto para caminar y de paso ver el centro de San Diego.

Y escribió en el teléfono:

Llegaré tarde, te llamaré para que nos pongamos de acuerdo y almorcemos mañana. No dudes de mis sentimientos por ti, Nathan, asi como yo no dudo de los tuyos.

—Lo siento, pero no es bueno que te encuentres con Liam... Oh! —jadeo por el hecho de que hubiese dicho su nombre como si fueran cercanos.

Pulsó el botón para apagar el teléfono, antes de meterlo en el bolso.

«Así Nathan no llamará, si contesto me subiré a un taxi para ir con él» se dijo a sí misma.

—Hmm... —Liam se aclaró la garganta moviendo el espejo retrovisor—. Siento que el visitante es alguien que no deseas ver.

—Eh... No tengo idea de quién puede ser.

Echa un vistazo a su perfil, la luz del atardecer tocaba su mentón y la barba de dos dias que le oscurecía un poco la piel dorada, parecía que era de los que no se afeitaba seguido.

Encontró que Liam tenía muchas similitudes con su madre, y de hecho pensaba que Jaclyn era muy hermosa.

«¿Entonces debo reconocer que es guapo?»

En las profundidades del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora