Capitulo 1

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Era una mañana fría, la neblina bañaba el hermoso bosque que abrazaba la casa, el sol atravesaba mi ventana y el canto de algunas aves se podía escuchar a lo lejos. Comencé a retorcerme en mi cama despertándome con mucha dificultad al principio pero mi mente de pronto se despertó algo ansiosa, me levanté de un salto para revisar mi celular a toda prisa. La alarma no había sonado y yo no estaba ni cerca de estar lista, tenía aproximadamente veinte minutos antes de que mi mejor amiga viniera a recogerme para ir a nuestro primer día de universidad.
Me encerré en el baño lo más rápido posible, abrí la llave de la ducha dándome cuenta que estaba completamente helada.
-Ay no, por qué a mí?- dije mientras me metía bajo el chorro de agua fría, solté un pequeño grito agudo.
Salí de la ducha con el cabello goteando sobre el piso, me daba una apariencia de un pobre gato mojado. Me vestí rápidamente con unos jeans de tela clara, una blusa holgada negra con las palabras "Go fuck yourself" en blanco, me coloqué unas botas negras para el frío y tome una chamarra gris.
Escuché el timbre, unos pasos le siguieron junto con el chirrido de la puerta al abrirse. Lo más seguro mi madre se había encargado. Me miré en el espejo rápidamente, aún traía el cabello húmedo y sin peinar, agarré el cepillo para pasarlo por mi cabello con rapidez para después atarlo en un chongo desordenado. Le sonreí a mi reflejo y salí casi volando de mi habitación. Bajé las escaleras con tanta rapidez que en el último escalón casi caigo; miré a las dos mujeres que hablaban animadamente en la sala de estar, sentadas en el sofá de dos plazas.
-Lamento la tardanza- dije apenada mientras me acercaba.
-Hasta que por fin llegas, te estuve esperando una eternidad- mi amiga se levantó del sofá.
Ivy, la mejor amiga del mundo, la había conocido de niñas, siempre quedábamos en la misma escuela y clases; con el paso de tiempo habíamos comenzado a actuar más como hermanas. Ella sonrió despampanante mientras se acercaba a mi para abrazarme con fuerza.
-Bien bien, es hora de irnos!- caminó hacia la puerta y se volvió a mi madre que seguía sentada en el sofá -Nos vemos después, Berenice, terminaremos nuestra platica después.
Su voz cantarina desapareció después de que ella saliera para entrar en su auto. Me acerqué al sofá y abracé a la mujer.
-Cuídate mucho y diviértete- dijo mi madre con voz calmada.
-Gracias, lo haré. Nos vemos!- tomé mis cosas que se encontraban tiradas a lado de la puerta y corrí al auto, hacía un frío de muerte.
Me metí en el asiento del acompañante y cerré, dentro del auto soplé en mis manos para calentarlas y miré a Ivy que me observaba con una sonrisa.
-Oye, deja de mirarme así, me das repelus- hablé burlona y ella soltó una carcajada.
-Oh vamos,Em! No me digas que no estás emocionada por ir a la universidad- dirigió su vista hacia el camino y arrancó el coche -esta es una importante etapa de nuestra vida! Ir de fiesta, viajar, conocer chicos, no me digas que no quieres conocer a tu príncipe azul.
Acomodó uno de sus mechones ondulados color fuego detrás de la oreja, simplemente hermosa; sus rasgos demasiado finos, ojos azules llenos de vida, labios finos y rosados, unas tiernas pecas cubriendo la pálida piel de sus mejillas y su cuerpo con las medidas exactas para atraer a los chicos, ella también portaba ropa para el frío que consistía en un suéter gris y unos pantalones negros junto unas botas café oscuro, también traía su pequeña nariz roja por el clima. Era una monada.
Resoplé con gracia y la miré mientras ella manejaba.
-Si claro, también espero que nuestro profesor sea un conejo mágico que nos dé huevos de chocolate encantados- dije burlona mientras subía poco a poco el volumen de la radio dejando escuchar la canción "LaLa" de la banda The cab.
-Ya entendí ya entendí, nada de amor para ti- sonrió mientras movía discretamente su cabeza al ritmo de la música -pero yo sí que estoy lista para vivir un romance de película.
Ambas nos pusimos a cantar el coro de la canción con todo lo que nuestros pulmones podían dar.
Mientras íbamos avanzando podía vislumbrar nuestra nueva institución, se veía bastante normal con la diferencia de que era casi del tamaño de una pequeña ciudad ya que la rodeaban varios lugares para comer, las canchas de futbol y football americano se encontraban al exterior; y por lo que habíamos visto en el recorrido antes de ingresar, también contaba con un gran gimnasio techado para deportes como el voleibol, gimnasia y básquetbol, aparte de una gran biblioteca que te hacía sentir diminuto, un edificio de 3 pisos con estantes repletos de libros y con unas cuantas mesas al exterior junto a una cafetería para leer a gusto. Los edificios principales se alzaban más imponentes que los demás, altos y con ese aire antiguo pero no desgastados.
-Wow- susurré contra el vidrio de la ventana empañándose con mi aliento.
-Lo sé, nunca me canso de verla- escuché decir a Ivy mientras aparcaba en uno de los lugares asignados a los alumnos. Frenó y apagó el coche, se volvió para mirarme con una sonrisa.
-Bien, hemos llegado, este es el inicio de nuestra vida y...- la interrumpí
-Oye, hemos tenido esta platica cada vez que algo nuevo nos pasa- dije con una sonrisa burlona -incluso la tuvimos cuando fue nuestro primer periodo. No me hagas pasar por esto otra vez, te lo ruego.
-De todas maneras, pasaremos muchas cosas aquí; y quien sabe, tal vez te puedas enamorar, uno no sabe cuando el amor llegará para golpearte- parecía tan convencida que solo decidí darle la razón con respecto al tema, no iba a discutir.
Nos bajamos del auto, rodeé el coche pero alguien montado en una Harley pasó tan cerca de mi, tuve que pegarme demasiado al auto. Aquella persona iba con su casco cubriéndole la cara y no pareció prestar atención.
-Idiota!- se me ocurrió gritarle mientras esa persona se alejaba con el sonido atronador del motor siguiéndolo.
Me acerqué a Ivy que me miraba con burla desde la acera y levante la ceja.
-Y bien?- su tono bromista me hizo sonreír.
-Pues el amor no me ha golpeado pero casi me arrolla un tipo en una moto- le conteste mientras comenzábamos a caminar hacia el edificio principal -creo que eso es un avance.
Estábamos platicando cuando escuchamos una voz algo profunda pero con algo familiar a nuestras espaldas.
-Em! Ivy!- la voz se acerco a nosotras.
Ambas volteamos, nos dimos cuenta que se trataba de un chico alto de hombros anchos, musculatura prominente, piel algo bronceada junto a un hermoso par de esmeraldas por ojos y cabello rubio con un mechón negro al frente, traía una chaqueta de piel café sobre una playera gris, unos pantalones rasgados en la rodilla y unos tenis blancos. Se veía bastante guapo.
-Oh por dios, Byron?- salió de los labios de mi amiga que tenía la boca completamente abierta, sentí que se le iba a caer la quijada.
Miré al mencionado y sonreí. Byron era un antiguo amigo de travesuras con el que habíamos compartido hasta que su familia se mudó a otro estado y lo perdimos de vista. Tal vez debí decirle a Ivy que había regresado hacia unos meses y que me había puesto en contacto con él. Ups.
El gran chico se acercó a nosotras y nos abrazó con fuerza levantándonos del piso unos centímetros, me hizo sentir casi una muñeca de trapo.
-Esto si que es un milagro, encontrarnos aquí después de mucho tiempo de no vernos- habló y nos regresó al suelo, aún conservaba su sonrisa encantadora, esa que varias veces nos había sacado de aprietos cuando éramos unos niños.
-Pero mira!- conteste dándole un ligero codazo -si que te has vuelto un completo galán, eh, has logrado embobar a Ivy-
Este sonrío satisfecho mientras la pelirroja le devolvía la sonrisa.
-Estas para comerte entero- mi amiga me hizo segunda junto con un tono travieso.
-Pero si el par de mujercitas si que saben cómo atrapar a su presa!- nos tomó de las manos y nos dio una vuelta a cada una mientras soltaba un silbido -ya no son unas niñas, están seguras de que son las mismas chicas con las que me sentaba a hacer pasteles de lodo bajo la lluvia?.
-Lamentamos decirte que seguimos siendo las mismas- Ivy y yo contestamos al mismo tiempo sonrientes y complacidas, él sí que era encantador.
-Bien señoritas, que les parece si después pasamos a tomar algo?- habló mientras comenzaba a caminar a lado de nosotras en dirección al interior del edificio.
-Me parece perfecto- habló mi mejor amiga mientras le daba su mejor sonrisa coqueta.
-Yo tampoco tengo problema, sería agradable- secundé con una sonrisa tranquila.
A pesar de los años parecían que estos no hubieran pasado por nosotros, se sentía tan familiar que no pude evitar sonreír inconscientemente.
Nos adentramos al edificio principal y caminamos por los pasillos repletos de estudiantes. Varios hileras de casilleros bordeaban el camino y se interrumpían con las puertas de los salones.
En ese momento tuve una sensación extraña, no había manera describir el porque o que era lo que burbujeó en mi estómago, parecía como si alguien me estuviera susurrando al oído. Miré a mi alrededor buscando el origen de ese sentimiento entre tantos estudiantes que hablaban y reían con sus nuevos amigos, y al fin lo vi, esos ojos tan profundos como un abismo en medio del mar, ese brillo azul eléctrico que al cruzarse con mi mirada comenzaron a absorberme, sentí que me desnudaban completa y me miraban como una presa; se trataba de un chico casi del porte de mi amigo de infancia pero un poco más alto, de piel blanca sin ninguna imperfección, labios finos y ligeramente rosados, su cabello azabache se encontraba peinado hacia atrás pero unos cuantos mechones le caían sobre el rostro y su vestimenta lo hacía parecer un tanto peligroso con su chamarra negra y sus pantalones rasgados, había algo en el que me resultaba extraño pero atrayente. Algo inquietante. Al momento en que se le formó una sonrisa traviesa supe que el significaba problemas. No sabia cuanto tiempo llevaba mirándolo hasta que escuché la voz de Byron.
-En que carrera se encuentran?- preguntó curioso.
-Comunicación- contesté rápido, desvié mi mirada un momento y volví a mirar al extraño muchacho pero ya no estaba. Busqué alrededor y nada, se había esfumado.
Eso me desconcertó. Alguna alucinación tal vez?
Llegamos a nuestro salón y Byron se despidió para dirigirse a su clase, apenas puse un pie dentro del aula cuando Ivy me tomó de la muñeca para llamar mi atención, me giré para verla y ella traía los brazos cruzados sobre el pecho mientras levantaba una ceja. Estaba en problemas.
-Desde hace cuanto que hablas con Byron y ni siquiera me habías dicho?- dijo con un tono de duda y algo de enojo.
-Pues... fue hace un tiempo, él me contactó, dijo que había regresado a la ciudad y que quería que nos encontráramos como en los viejos tiempos- contesté algo nerviosa, mi amiga enojada era aterradora.
-Así que querías quedarte con ese bombón para ti sola, eh?- su sonrisa pícara me dio un escalofrío y negué rápidamente.
-No, no, no, te juro que no! Solo me habló y se me pasó decirte!
Vi que Ivy iba a contestar cuando una voz un tanto molesta sonó a lado de nosotras.
-Vaya vaya, las lesbianas más reconocidas vienen a honrarnos con su presencia- si, definitivamente molesta.
-Que quieres, Aura?- contesté irritada.
-Que se quiten del camino, están estorbando, par de cerdas- tenía un aire de superioridad alrededor suyo que me creaba cierta molestia
-Pues si tan delgada estás porque no pasas a lado de mi gordo trasero?- le respondí de igual forma.
Ella solo hizo una mueca para después pasar a lado nuestro chocando su hombro contra el mío. Si que era molesta.
-Y la cerda soy yo- dije aún más bajo casi entre dientes.
Ivy solamente soltó una gran carcajada ante mi comentario, su rostro me mostró una sonrisa de lado.
-Esa es mi chica- me dijo divertida justamente cuando el profesor iba a entrar al salón.
-Será mejor que se apresuren a entrar si es que no quieren tener problemas, señoritas- habló en un peculiar acento nuestro nuevo profesor de Francés.
-Claro que no sucederá- contestamos al unísono con una sonrisa amable.
Ambas nos escabullimos dentro del salón y buscamos unos lugares vacíos. Yo quedé en un lugar cerca de la ventana donde podía apreciar parte del campus, Ivy estaba a sentada justo delante de mí pero sentí inquietud por la sensación que tenía en la nuca.
El nuevo curso empezaba y era seguro que sería el más largo de toda mi vida.

Mi Amado DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora