Epilogo.

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Con mis manos limpie la lápida que estaba frente a mi, sonreí nostálgica y contuve mis ganas de llorar.
Me era imposible imaginar que ya habían pasado 10 años desde su muerte.

-¿Por qué te fuiste?.- acaricie su nombre tallado en piedra, y como siempre no obtuve respuesta. Solo el sonido del viento me inundó.

Todavía recuerdo esa frase tan típica que decía papá al terminar de ver una película con un final triste.

"No siempre conseguirás la felicidad que crees merecer, a veces tendrás que aceptar tu destino... La vida real no es como en los cuentos, y los cuentos no son como la vida real, crea tu historia y vive la vida como si fuera un día, verás que todo saldrá bien".

Mi vida no era un cliché de telenovelas, no encontraría al chico de mis sueños en el instituto, no chocaría con él en la calle, no me enamoraría del chico malo. Era una simple chica normal que había pasado por muchas cosas que la habían marcado.
Yo no cambie, y el mundo no cambio para mí.

Pensé de nuevo en todas las personas que había conocido en Corea del Sur y en lo que les había pasado estos 2 años que había estado ausente.

Jason. Ese chico había entrado a una de las mejores universidades de Corea. Estaba comprometido con una chica de intercambio y (por lo que él me había contado) ya vivían juntos.

Taehyung. Ese chico pareció encontrar su vocación y se convirtió en modelo. Tras varios intentos fallidos de entrar a varias universidades y ser rechazado siempre... Decidió sacarle provecho a su cuerpo y venderlo.

Jimin. Hacia poco me había mandado un mensaje donde me contaba sus viajes por el mundo, las mil y un aventuras que había hecho y lo bien que la estaba pasando. Me avisó que en dos semanas llegaba a Canadá para visitarme.

YoonGi. Por otra parte, antes de partir de Corea, me había enterado de que él junto a Namjoon y Hoseok habían formado un grupo clandestino de raperos, eso me sorprendió bastante. Después Namjoon me contó que al principio solo lo hacían por dinero, pero después se había vuelto algo más personal y por ende lo quisieron hacer profesional.

Y... Si, eso era todo, creía yo. Aunque a mi mente vino un chico de lindos ojos cafés y sonrisa de conejo que tanto odiaba.

Jungkook.

Por lo que me habían contado, el chico se había deprimido por mi partida, y que durante un tiempo se mantuvo encerrado en casa. Tiempo después, poco a poco con ayuda de sus amigos y sus padres pudo continuar con su vida y ahora, era un estudiante prodigio de la mejor universidad de Estados Unidos, Harvard.

Durante un tiempo pensé en mis sentimientos hacia el chico asiático, los meses que habíamos convivido y todo lo que habíamos pasado juntos. Aunque la única conclusión que había encontrado y la que era más que obvia, era que no sentía nada por él más que cariño de amigos, solo amigos.

Por mi parte, después de la graduación había decidido junto a mi madre volver a Canadá. Ingresé a una universidad y comencé mis estudios de diseñadora gráfica.
Durante el tiempo que estaba aquí había tenido unas que otras relaciones pasajeras, pero nada serio.
Trabajaba en una tienda de ropa y con eso me ayudaba a mantenerme y pagar mis estudios.

Si, mi vida no era de esas historias cliché que cuentan todo de una manera linda llena de flores y arcoiris con finales felices. Era una simple chica canadiense que se había ido a a vivir a Corea del Sur después de la muerte de su padre, que había pasado una tragedia amorosa y dos problemas de amor no correspondido.

Muchos hubieran pensado en la vaga posibilidad de que me hubiera quedado con Jungkook, con ese chico inexperto e inocente que lloraba por cualquier indefensa discusión. Que nos casaríamos y viviríamos felices por siempre.

Lo siento señores, así no se contó esta historia... La felicidad llega sin que tú la busques, y créeme que esas son las mejores.

Bese la lápida de papá y camine fuera del cementerio, mamá me esperaba en el coche con una sonrisa triste y las mejillas llenas de lágrimas, le sonreí reconfortante y subí al auto.

-¿Estás bien?.- sabía que no lo estaba.

-Si.- trato de reír.- Sabes que venir a estos lugares me hacen sentir rara.

La entendía, había perdido al amor de su vida, su dolor era comprensible. Tome su mano y le di un ligero apretón, ella me miró.

-Él te amaba.- me sonrió.

-Y yo a él cariño.

Tal vez no me quedé con el chico de sonrisa de conejo, pero sabía que me había quedado con el mejor recuerdo de mi vida... A verlo conocido.









Feliz 2018.

Jenyer-V

Little Boy -JK- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora