||Capítulo 5||

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Yoongi se tendió en la hierba, encendió un cigarro y dedicó diez minutos a la contemplación del cielo. El ambiente estaba cargado, la temperatura comenzaba a descender con la misma lentitud que la puesta de sol y podía ver, a lo lejos, cómo los tonos oscuros se degradaban en violeta, anunciando una tormenta nocturna.

Sonrió. Le gustaba la lluvia, el sonido constante del agua cayendo sobre la tierra lo relajaba como una canción de cuna. Al inicio de la tormenta se sentía repleto de melancolía y cuando la lluvia cesaba, su espíritu quedaba igual de limpio que el paisaje.

A Yoongi no le gustaba pensar demasiado las cosas. Su terapeuta le había aconsejado muchas veces que aprendiera técnicas de meditación y chorradas por el estilo, pero jamás había considerado beneficioso para su salud mental pasar largos periodos reflexionando sobre todas las malas decisiones que había tomado a lo largo de su vida. Era demasiado deprimente hacer una cosa así.

Por eso prefería pensar en el modo de seducir a Park Jimin.

―¿Así que ese es tu plan? Primero lo interrogas y luego te burlas de él ―le había soltado Jin después de que Jimin saliera corriendo.

Estaba cansado y excitado, y reconocía que se había comportado como un capullo, pero jamás lo diría en voz alta.

Se había dejado llevar por la dulce ingenuidad de Jimin, la conversación había sido tan tensa que necesitaba relajarse, y no se le había ocurrido otra cosa que pincharlo un poco, pero solo porque no hacía más que pensar en desnudarlo y cubrirlo con la nata que se estaba comiendo.

―Le estaba dando un poco de caña ―se excusó.

―Has sido grosero y maleducado.

―Lo superará. Le he dado lo que él necesitaba. ¿Crees que si me hubiera comportado como un caballero la habría impresionado más?

Cuando inició la charla, Yoongi no estuvo seguro de que Jimin fuera en realidad así de incauto, y pensó que lo estaba fingiendo. Pero después se dio cuenta de que, tal y como había dicho Jin, no era como los chicos a los que estaba acostumbrado.

―Lo has ofendido.

Yoongi sabía que su actitud no siempre gustaba, y, en este caso, no había sido correcta, pero no se había burlado de él ni de su profesión, solo le había apretado las tuercas para hacerlo saltar. Y lo había conseguido con mucha facilidad. Jimin se tomaba las cosas de un modo muy personal.

La cena con él fue un pensamiento recurrente durante la noche y buena parte de la mañana. Nada más levantarse, se sentó frente al ordenador y en el buscador tecleó el nombre de Park Jimin. Se sorprendió al encontrar tantas entradas con su nombre y leyó la breve biografía escrita en su ficha pública de la compañía de Seul. Muy joven, con una beca de estudios para el Royal Ballet en Londres, trabajaba para la compañía desde hacía tres años y en su lista de méritos dancísticos constaban premios y reconocimientos europeos y mundiales.

Jimin tenía muy claros sus objetivos en la vida, y eso hizo que Yoongi se sintiera un poco arrepentido de su comportamiento. Pero solo un poco. Siguió mirando información sobre él, artículos y críticas de ballet, pero también numerosas noticias de la prensa sensacionalista, un irritante extra que venía aparejado con su pertenencia a la selecta élite de la alta sociedad de Corea. No deseaba conocer información personal de él, así que se quedó con lo que habían hablado en la cena y los encantadores detalles sobre su forma de ser.

Para empezar, Jimin era extremadamente sensible al contacto físico y se estremecía con cualquier roce. A Yoongi le ardía la palma de la mano con la que había acunado su mejilla desde el día anterior. También era asustadizo, aunque no sabía si era una actitud hacia los hombres o se extendía a todas las personas. Era reservado y tan moderado que su contención lo había hecho enfermar de ternura.

Baila para mí || YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora