Sobrevivir al orgasmo había sido una proeza. Si aquello era dejarse llevar, dolía. Mucho. Se sentía drogado, aturdido por el fervor del éxtasis. El corazón retumbaba en sus sienes con un redoble allegro mientras su pene palpitaba al ritmo de un lento adagio. Y cada pulsación le subía por el estómago para explotar en forma de racimo en sus pezones
Comprobó, una vez más, que estaba esposado a la cama y que Yoongi estaba frente a él, alzado como una bestia cubierta de soberbia, sensualidad y pecado.
―Me encanta lo que veo ―susurró él mirándolo de la cabeza a los pies. Luego clavó los ojos en su miembro, pasándose la lengua por los labios al recordar su sabor.
Notó que su estómago se estremecía y que su miembro se empapaba de nuevo. Podía bailar dando órdenes a cada músculo, pero no podía hacer el amor controlando las reacciones y fluidos de su cuerpo.
Aquel no era un pensamiento fácil de tragar, pero se esforzó por no sentirse avergonzado.
―Jimin, ¿te gusta lo que ves? ―Él intentó resistir el ardor de su voz―. Te he hecho una pregunta.
El tono amenazador hizo que encogiera los dedos de los pies. Subió la mirada hacia sus ojos, con esa expresión dura y hambrienta a la vez. Su ceja impaciente, levantada, lo forzaba a obedecer. Sentía la necesidad de responder, de actuar, y ni siquiera lo estaba obligando a ello.
No, ni siquiera lo tocaba. Solo hablaba y él, ¡Dios!, no podía decirle que no.
―¿Qué…?
Por alguna razón, no recordaba cuál era la pregunta.
―¿Te gusta lo que ves?
Jimin contempló con más atención el cuerpo de Yoongi. Estaba acostumbrado a la deslumbrante belleza de los bailarines, pero, oh, él no era nada que hubiera visto antes.
Su pecho con músculos levemente marcados, tenía los hombros rígidos y le latía un músculo en el cuello hinchado por la tensión. Y su sonrisa, siempre
peligrosa, prometía placeres y deseos inconfesables.Siguió las líneas oblicuas de sus caderas, que convergían hacia un enorme bulto cubierto por la tela de los boxer gris. Yoongi siguió su mirada y acarició el grosor con la palma de una mano. A Jimin le hirvió la sangre.
―Sí… Me gusta…
¡No! ¿Quién controlaba su boca? Porque él no había dicho aquello.
―¿Qué es lo que te gusta, Jimin?
―Tú ―reconoció.
Yoongi deslizó un poco de tela hacia abajo, mostrando piel, hasta que apareció la base del grueso tronco de su miembro. Jimin empezó a jadear.
―Esto también te gusta ―se regocijó Yoongi―. No haces más que mojarte y temblar. ¡No! No he dicho que puedas cerrar las piernas. Deja que te vea bien y mírame tú a mí.
Separó los muslos, mostrándose ante él, y palpitó de pies a cabeza. Se recordó una vez más que estaba allí para experimentar, para absorber las sensaciones que él le había prometido.
Lo vio ponerse en pie sobre la cama, ocultando la luz. Se quitó los pantalones y después terminó de desnudarse por completo, lanzando los calzoncillos por encima del hombro sin perder la sonrisa descarada.
Jimin pegó la espalda al colchón al contemplarlo desnudo. Era demasiado. Transmitía vigor, fuerza y virilidad, auténtica pasión. Términos que a él se le
quedaban cortísimos en comparación. Debería existir una entrada en el diccionario en la que solo existiera el adjetivo «Yoongi» para describirlo.
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Baila para mí || Yoonmin
FanficJimin es un prometedor bailarín, que en su búsqueda de la perfección, ha dejado de lado todo lo que no tenga que ver con el estricto mundo del ballet. Pero cuando surge la posibilidad de conseguir un papel que anhela por encima de todo, el miedo al...