Olivia
Las lágrimas han dejado de rodar por mis mejillas, pero las siento pegajosas. Mis labios se sienten hinchados y húmedos, y siento que me he quedado sin fuerzas. Llorar resulta agotador; hace mucho no me había sentido así tan cansada. Hago ejercicio todos los días y no me canso de la misma manera que cuando lloro.
Sé que crees que estoy exagerando mi comportamiento, que soy una tonta y posiblemente hasta me odies, pero es así como me siento, y no sé qué hacer para cambiarlo.
El sentimiento de pavor que me da hacer nuevas amistades no se trata solo en hacer amigos. Si no más bien en brindarle mi confianza a alguien, para que luego la pisotee.
Soy, en el fondo, sentimental y sensible. Estoy consciente de que soy demasiado leal y fiel para mi propio bien, y en algún momento de mi vida solía ver lo mejor de las personas y a resaltar más sus cualidades que sus defectos. Me entrego mucho a las personas cuando las quiero, cuando tengo confianza. Y que me traicionen es lo peor que me pueden hacer.
Aunque a veces pueda parecer ruda, sé que en realidad no soy así. Me aguanto las ganas de llorar y patalear como una chiquilla la mayoría de las veces porque tengo grabado en mi mente el recuerdo de las noches que pasaba en vela llorando por un imbécil que no merecía que derramara una sola lágrima por él, y me prometí a mí misma no caer tan bajo y dejar de ser tan endemoniadamente sensible y llorona.
Sin embargo, momentos como estos, momentos en los que las inseguridades toman control sobre mí, no puedo evitar derrumbarme. No quería que Isaac me viera llorar, y esa también fue una excusa para hacerlo marchar.
Puedes pensar que estoy loca, que cómo demonios puedo ser tan rencorosa o por qué le echo la culpa a un tipo sobre en lo que me he convertido. La verdad es que sí pasa, y la realidad es que a veces cuando se está enamorado, no se piensa, y cuando has pasado por lo que yo pasé en mi infancia, es difícil no caer rendida ante la única persona que te ha dicho lo linda que eres, además de tu familia y mejores amigos.
Hay tantas cosas que guardo en mi interior que no me gusta sacar a la luz, y sé que Isaac no tiene la culpa de mis malditas inseguridades. Pero es tan difícil poder superar cosas que tanto daño te hicieron, al menos para mí.
Busco mi celular entre los cojines, y marco el primer número en pantalla. Estoy cansada de guardarme todo, sé que no está bien, y a veces desearía ser un poco más suelta y expresiva con las personas. Mis mejores amigos, por ejemplo. Sé que nunca me juzgarán; ellos saben todo de mí y saben que mis primeros años de adolescente en la escuela fue un infierno, y también saben que yo me enamoré de Eric por cómo él me hacía sentir de diferente cuando los demás me señalaban y me ponían sobrenombres crueles.
Escucho los bips al otro lado de la línea, y me muerdo el labio impaciente, arrancándome los cueritos con los dientes. Mis piernas tiemblan; no estoy segura si de frío o nerviosismo.
Cuando estoy a punto de cancelar la llamada, de tirar el celular al piso y de irme a esconder en mi habitación, Jackson responde.
-Hey, ¿leíste mis mensajes? Clark se asomó por la ventana y miró hacia la de mi habitación – su voz chillona y emocionada me hace esbozar una pequeña sonrisa a pesar de las circunstancias-. Estoy seguro que estaba espiándome, qué locura.
Suelta una risita, y yo me muerdo el labio antes de hablar y acabar con el tono feliz de Jackson.
-Jackson, yo... – empiezo hablar, pero no logro controlar las lágrimas de nuevo, haciéndome imposible continuar.
- ¿Ollie? ¿Qué pasa?
-Tienes que venir por mí.
-Vale, voy enseguida – dice y cuelga inmediatamente.
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In the fall
Ficção Adolescente[...] Sabe que no los quiere en su hogar; sus propias inseguridades no le permiten darles una oportunidad, ni mucho menos a ella misma de conocer nuevas personas, pero, con el paso de los días, sus sentimientos hacia los dos chicos comienzan a cambi...