Capítulo 32: "Tenemos que mudarnos"

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Oliver

Los días se han pasado volando, y no puedo creer que ya sea sábado de nuevo. Hace dos semanas me dieron la paliza de mi vida, y ahora la única evidencia de que eso en realidad ocurrió son los cortes en mi rostro y mis nudillos, y la maldita contusión de mierda. Se han sanado más rápido de lo que pensé, aunque la herida en la parte trasera de mi cabeza aún sigue de un tono morado. Es bastante normal; me preocuparía si se hubiese curado completamente en una sola semana.

Estos días no solo han servido para sanar mi cuerpo, sino también mi mente. Entre ir al gimnasio y hablar algunas veces con Olivia me he dado cuenta de los cambios en mi humor. Con cambios de humor me refiero a que ya no sufro los jodidos ataques de pánico. Ya no siento mi mundo desmoronarse y ni el cielo cayendo sobre mí; es como si me encontrara en paz conmigo mismo. Al menos la mayoría de los días.

Pocas veces, cuando me quedo a solas con mis oscuros pensamientos, mi mente se traslada a Mia, y no puedo evitar sentirme como una puta mierda. Han pasado... ¿cuatro semanas? ¿Un mes? Vaya, no me había dado cuenta de cuánto ha pasado. Un mes desde que todo se fue al traste; todo por mi culpa. Hay momentos en las noches en los que deseo regresar el tiempo y dejar de tan marica y miedoso, y haberle confesado todo lo que estaba ocurriendo en mi vida. De haber sido por eso, estoy completamente seguro que Mia y yo seguiríamos juntos. Pero esos pensamientos solo llegan a mí por un lapso de unos minutos; ya luego, lo único que pienso es en que me metió los cuernos con la rata muerta de Mike.

La sola idea de saber que la tocó me remueve las tripas, incluso luego de tanto. Maldita sea, duele como nada en el mundo. He logrado canalizar mi ira y mis rencores con las sesiones en el gimnasio, por lo que la rabia que siento una noche es reemplazada por tranquilidad con solo unas cuantas horas en el establecimiento que huele a zapatos mojados. Pero no me quejo de los olores, me pueden valer una reverenda mierda. Lo único que no he podido hacer es boxear pues mis nudillos no han sanado completamente, pero una vez lo hagan no dudaré en golpear ese saco imaginándome que es la puta cara del imbécil que se atrevió a tocar a mi novia.

El gimnasio ayuda bastante, pero no es lo único que lo hace; hablar con la chica enana de pelo negro también ha sido purificador. No me es difícil expresarme con ella, lo cual es extraño teniendo en cuenta que nos odiamos a muerte, pero su manera de escuchar y aconsejar ha logrado mejorar algo más en mí. Sé que me entiende; entre los dos lo hacemos, y es impresionante que sienta tal conexión con ella. Creo que, si no acudiera a la enana, mi humor de perros no hubiese cambiado.

De lo que más hablamos es sobre Mia. Añoro estar junto a ella, a pesar de todo. Es la única chica que he amado y joder, decir que no me cuesta dejarla ir sería mentir. Pero cada día que pasa se hace más fácil; y eso Olivia me lo confirmó por experiencia. Me contó sobre su exnovio, sobre lo que le hizo y cómo se deprimió durante el verano pasado. Sin embargo, ahora, me asegura que el dolor es mínimo y que hay semanas enteras en las que no piensa en ello. Y está convencida de que yo también puedo lograrlo.

Para ser sinceros, aún no he logrado sacármela de la cabeza. Mia forma parte de mí, quiera o no, y por ahora siento que el dolor seguirá allí por un buen tiempo. No voy a negar que hay días en los que desaparece o se vuelve menos intenso de soportar, pero cuando me topo con ella por casualidad en la universidad, siento los putos agujeros de mi corazón abriéndose de nuevo.

Su facultad no queda en el mismo lugar que la mía, pero todas las facultades comparten cafetería y biblioteca, por lo que ha habido veces en las que no cruzamos. Juro por Dios que cuando la veo toda la sangre deja de circular por mis venas. El aire se evapora de mis pulmones. Y el miedo vuelve a apoderarse de mí. Ver sus extraordinarios ojos cafés clavados por unos segundos en los míos me quema por dentro, que simplemente tengo que huir de la zona para evitar derrumbarme delante de todos. No lo soporto. Es como si todas las horas hablando con Olivia sobre mis sentimientos y las horas en el puta gimnasio se fueran por el caño.

In the fallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora