Capítulo 5: "Nuestra vecina"

74 6 0
                                    

Isaac

Con la sensación de que estos días van a ser un completo desastre, salgo de la habitación de la chica que ha estado rondando por mis pensamientos desde hace unos días, pero para ser honestos, desde hace unos diez u once años.

No tenía ni idea lo mucho que Olivia había cambiado durante todos estos años. Sabía que no podía esperarme la misma niña eufórica, graciosa, feliz e hiperactiva que fue cuando la conocí, pero debo reconocer que estoy demasiado sorprendido y confundido. Ahora se le ve... ¿triste? ¿reservada? No estoy muy seguro. Pero no hay rastros de lo que solía ser, y no tengo idea de por qué. Sé que ella no me recuerda; estaba demasiado pequeña y estoy bastante seguro que nunca se fijó en mí o se percató de mi presencia.

Pero yo sí.

Olivia era nuestra vecina desde que tengo uso de razón, pero no me había fijado en ella hasta que un día tocaron la puerta de mi casa y la abrí para ver quién era. Recuerdo que mis padres me tenían prohibido abrirle la puerta a alguien sin antes chequear por la ventana de quién se trataba, pero ese día no lo hice, y ahí estaba ella; con una gran sonrisa en el rostro y una muñeca pelirroja con trenzas abrazada a su pecho, acompañada por lo que asumo, su abuela.

No tenía idea de quién era esa niña diminuta de cabello negro con trenzas y mucho menos la anciana que la acompañaba, pero por suerte mi madre apareció al segundo y por la manera en la que se dirigía a la pequeña y la anciana, me di cuenta que las conocía. La niña irradiaba feliz por los poros y yo no entendía su entusiasmo, pero no podía dejar de verla. Era un niño de unos siete u ocho años, pero había algo en ella que no me dejaba apartar la vista.

La niña, la cual aún no sabía su nombre, entró corriendo a la casa y se adentró al patio trasero. Escuché sus gritos, su risa, y luego escuché las de mi hermana pequeña, Hayley. Para mi corta edad, era bastante inteligente, así que asumí que eran amigas de alguna parte y solo venía a jugar con mi hermana. Pero no pude evitar preguntarle a mi madre.

- ¿Quién es ella, mamá? –pregunté cuando cerró la puerta mientras se despedía de la anciana.

- ¿Quién? ¿La pequeña?

-Sí.

-Es nuestra vecina, Olivia. Viene a jugar con tu hermana como usual, ¿no la habías visto nunca? –me miró raro.

-No.

-Oh, bueno, ves preséntate. Puedes incluso ir a jugar con ella y Hayley –dijo con una sonrisa.

-No –dije y desaparecí.

No recuerdo que mi madre haya insistido, y no lo creo, porque nunca crucé palabra con la niña pelinegra durante los años que vivieron al lado nuestro.

Pero sí me fijaba en ella, y conforme los años pasaban, mi curiosidad por ella aumentaba. La veía entrar y salir de la casa todos los días, la veía jugar en el patio trasero, la veía cantar, bailar, y todo a través de la ventana de mi habitación, que daba al patio.

Cuando dejó de ir a la casa, no pude evitar preguntarle a mi madre qué había pasado. Ya estaba acostumbrado a verla todos los días, y se me hacía raro no verla. Mi madre me explicó que se habían mudado y que ya no vendría más. Eso me dejó enfadado por días. La consideraba alguien cercano, aunque nunca hayamos cruzado palabra, y el hecho de que se haya ido de la nada me fastidió. Soy una persona sentimental, y no podía ocultar que, en cierta manera, la extrañaba. No estaba enamorado de ella, apenas y tenía once años cuando la vi la última vez, pero extrañaba verla correr por la casa con Hayley y jugar a las muñecas. Puede sonar extraño, pero así era.

Me olvidé de ella por unos años, aunque había días en los que me acostaba y pensaba en ella, en qué fue de ella, cómo lucía ahora y si seguía siendo la misma chica feliz. No podía buscarla por internet porque nunca supe su apellido, no me atrevía a preguntarle a mis padres, así que no tenía manera de saber de ella. Guardaba esa pequeña esperanza de verla de nuevo, pero nunca sucedió.

In the fallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora