(NARRA MADISON):
Era de mañana y no había rastro de Tatia. De acuerdo… era suficiente, tenía que proteger al resto de mi familia, así que hacer lo que Rebekah me dijo, era lo indicado. Tome el líquido y con asco lo bebí por completo. Charlotte y yo empezamos a preparar las cosas, Charlotte lloraba.
-Si Tatia estaba perdida en el bosque y no regresa hoy, los lobos la matarán junto con mis esperanzas- Charlotte habló-
-Lo sé- y me eché a llorar-
Recordé que Rebekah me había dicho que después de haber tomado la sangre fuera a verla, cuando estaba a punto de tocar la puerta, los gritos de mi madre me interrumpieron y la volteé a ver.
-¡Charlotte huyó buscando a tu hermana!-
-¡¿Qué?!- grité- ¡Morirá!-
-¡Tengo que ir por ellas!- grité dirigiéndome a lo que empezaba el bosque.
-¡Detente!- Me gritó- No puedo perderte, Tatia tal vez esté muerta, si Charlotte no regresa también lo estará, ya es luna llena y me niego a perderte-
-Dijiste que me odiabas…- contesté-
No me importó y me volteé, pero escuche los gritos desgarradores de Charlotte, ésta llegó corriendo y abrazó a mi madre. Por atrás de ella venía un licántropo, esa cosa iba a destruir el pueblo e iba a matar a todo ser viviente. Así que agarré una roca y la lancé al licántropo.
Me adentré al bosque siendo consiente de que me perseguía escuché gritos y lo siguiente que vi fue como la bestia se abalanzaba sobre mí y me desgarraba la carne. Grité con mis fuerzas al sentir el poderoso dolor que se empezaba a apoderar de mí. Era mi fin… y no podría proteger a mi familia. Vi la imagen de Tatia, Charlotte y yo, antes de que mis parpados se cerraran pesadamente. Ya no había dolor, sino alivio.
Desperté. Me pregunto como sigo viva, miré mis brazos, mirncuello, mi torso y mis piernas; llenas de sangre. Sangre… olía demasiado arnsangre. El sol lo sentía más fuerte de lo normal. Escuchaba la respiración dernpersonas y su latido cardíaco. Con 3 dedos toque una de mis heridas. La sangrernllamaba mi atención, sentía ganas de… probarla, sentirla en mi lengua… La tentaciónrnme ganó y acerqué mis labios hacia mis dedos, los lamí. Necesitaba más… queríarnmás. Los latidos cardíacos de personas sonaban en mis oídos, extraño porque ni siquiera puedo escuchar los míos, toqué mi pecho, donde está mi corazón y efectivamente no lo sentía. Escuchaba levemente que gritaban mi nombre. El solrnestaba quemando levemente mi piel. Me levante y tambaleaba un poco. A cabo dernun frustrante rato llegué a ellos. Era una mujer y un hombre, conocidos. Ella tenía un chongo, lo que dejaba ver su cuello, más bien, su yugular. Ellarnhablaba sobre que todos me habían estado buscando y que era una heroína porrnhaber salvado a mi hermana y al pueblo. No aguante y no se como pero se hicieron más grandes mis colmillos y la mordí sobre la yugular, estaba impaciente, la sangre tenía un sabor exquisito. El otro hombre había salido corriendo pidiendo ayuda. Cuando vi que no salía más sangre, la solté y el cuerpo muerto salió. Habían tantos árboles que impedían la entrada del sol. Arnuna velocidad desconocida me dirigí enfrente de aquel hombre. Sentía que mis ojos sacaban sangre. Volví a sentir mis colmillos brotarse y ataqué a aquel hombre al igual que la mujer.
Iba a regresar al pueblo pero para ir hay que pasar una zona sin árboles, al tratar de cruzarla sentí como el sol me quemaba como si estuviera pasando por fuego, así que a velocidad irreconocible me dirigí a la cueva. Exactamente era la misma velocidad que Rebekah había usado ese día que nos vimos. Saqué mi mano de la cueva y sentí como se quemaba. Me quedé todo el resto del día en la cueva. Moría de hambre y no sabía porqué.