NARRA MADISON):
Siglo XIII (año 1250)
Escuché a puerta dar 3 toques y abrí mis ojos.
-Lamento despertarla, Su majestad- se excusó el mayordomo-
-No es como que haya estado muy dormida- contesté- ¿Qué sucede?-
-Un hombre vino a verla-
-¿A estas horas de la mañana? ¿Qué quería?- pregunté-
-No me dio esa clase de información- me contestó de un modo frío y calculador-
-¿Quién era ese hombre? ¿No te dio su nombre?-
-Sólo me ha dicho que es urgente-
Parecía como si hubiera estado bajo compulsión. Y si era así, sólo se podía tratar de algún vengador.
-Si es tan urgente, hazlo pasar a mi oficina-
El mayordomo salió y me paré para envolverme en una gabardina gruesa y blanca. Salí del cuarto ya con unas botas de dormir y crucé el castillo hasta dirigirme a mi oficina. Ignorando aquel aroma familiar, me adentré en la habitación. Cerré la puerta detrás de mí y miré a mí alrededor.
Nadie.
Me dispuse a salir a recamar a tal mayordomo por hacerme levantarme en medio de la noche. Al abrir la puerta, lo vi… Alguien que no creí que fuera a volver a ver.
-Kol- murmuré dando pasos hacia atrás-
-Hola, Madison- sonrió avanzando hacia mí cerrando la puerta detrás de él- Ha sido un largo tiempo, cariño- ahora sonrió de lado- Debo admitir que me costó trabajo encontrarte-
-¿Qué quieres, Kol?-
-¿Después de 255 años, esa es la bienvenida que me das?-
-¿Qué esperas que haga? Sé que no me harías daño, pero tu cara y tus ojos me dicen lo contrario-
-Primero hablemos- caminó hacia las copas y tomó una, luego se dirigió a el bar y empezó a buscar alcohol hasta que dio con un Brandy- Empecemos sobre por qué te fuiste-
-Creí que fui muy obvia al respecto- levantó su mirada hacia mí-
-No te estaría preguntando eso si lo supiera- se paró y caminó hacia la silla principal de mi escritorio, en pocas palabras, mi silla- Vamos, cariño, habla-
-¡Había matado gente inocente! ¡A Bridget, a mamá, a Noah…!-
-¡No te atrevas a decir que Noah era inocente!- me gritó interrumpiéndome-
-¡Lo era desde el momento en el cual no tenía como defenderse!- le grité también- No lo defiendo de sus acciones, Kol-
-Tu madre tampoco era una inocente-
-Mi madre era una infeliz y no me arrepiento de haberla matado. Pero lo hice- me acerqué y apoyé mis manos sobre el escritorio- Necesitaba aprender a controlarme, y lo hice. Ahora sé cuándo hay verbena en un cuerpo y cuando no-
-No lo justifica- contestó seco acercándose a mí para tomarme de la parte de atrás de mi cuello y besarme con pasión-
Le devolví el beso y no pude evitar sentirme a gusto, cómoda, bien. Pero sabía que detrás de ese beso había algo más: traición. Estaba dolido de que lo hubiera dejado y sabía que no iba a perdonármelo. Había la doble cara de aquel beso, algo malo. Como si me estuviera tentando para hacerme confiar y luego atacarme por detrás. Pero simplemente no podía separarme, era imposible. Nunca me había dado cuenta de cuanto necesitaba esto.