Se paro tras los arbustos y la observo, observo sus dedos acariciando los pétalos de las rosas, su rostro, alzándose en busca del sol, sus labios entreabiertos, sus alargadas pestañas rozando sus mejillas, al tener los ojos cerrados. Y entonces los abrió y pudo ver más, mas de ella. Pudo ver en su mirada, aquello que escondía en su interior.
No era la Duquesa, no era una mujer fría y manipuladora, tampoco la altanera fierecilla que lo desafiaba. Era una mujer asustada, había miedo, soledad en sus ojos, había demasiada tristeza.
-¿Os molesto? -dio un paso adelante, notando la tensión en su espalda y cuando se giro hacia él, volvía ser ella, La Duquesa.
-¿La verdad? Si -hizo una mueca y se giro dándole la espalda y caminando en dirección contraria a él.
Riendo, el la siguió, dando grandes zancadas para alcanzarla.
-¿Podéis dejar de seguir...? -se giro para mirarle y su vista se centro en su ojo, en su morado ojo. Sus labios se apretaron, aguantando la risa.
-¿Os causo gracia? -alzo una ceja y sonriendo llevo la mano a su ojo -Se os da bien.
-Pues es el primer puñetazo que doy -y ella rio, sorprendiéndole.
-Y yo el primero que recibo -al ver que ella alzaba ambas cejas le guiño un ojo -A cambio de un beso.
-Me disteis dos, si mal no recuerdo -y ella cerro el puño
-Pero no estoy dispuesto a recibir otro, querida -alzo las manos, divertido
-¿Podríais dejar de llamarme querida? -ella frunció el ceño y comenzó a caminar de nuevo, alejándose de el.
-¿Prefieres amor? -el la siguió -¿O amorcito?
-¿Que tal Duquesa? -y ella le miro de reojo -Ya que no soy ni vuestro amor, ni vuestro amorcito.
-Pero sois mi prometida no -el sonrió
-¡No soy...! ¡Uf! -expulso el aire tratando de alcanzarse -Si de algo puedo estar segura señor, es que seriáis el último hombre en la tierra con el que me prometería. -acelero el paso.
-Muy bien porque -la siguió deprisa -¡Vos seriáis la última mujer con la que querría casarme!
-¡Pues perfecto! -se adentro en el bosque del jardín
-¡Magnifico! -y el detrás de ella
-¡Dejad de seguirme! -Se giro hacia el furiosa
-¡Estoy dando un paseo! -vio como ella miraba a su alrededor -¿No encontráis nada para arrojarme a la cabeza? Querida
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La Duquesa
RomanceCuando Ewan MacLain es informado por uno de los guardias que protegen las Tierras Archivald, que su prometida exige que la reciba, ¡Exige! Lo enfurece hasta límites insospechados, pero entonces piensa, ¿Que prometida? Y ahí comienza la diversión par...