Capítulo XXVI

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*Pov Alexandra*

Después de la plática con Fernando no me quedó más remedio que ir a mi habitación y desahogarme con las pobres almohadas. Grito, golpeo, lloro de desesperación, hago de todo y nada logra calmarme. Escucho que alguien golpea la puerta, seco mis lágrimas y la hago pasar.

-Leonor... -digo al ver el furioso rostro de mi hermana menor.

-¿Crees que no me iba a enterar? –me asesina con la mirada.

-No quería que te preocuparas.

-Me tuve que enterar por escuchar una de las pláticas de los invitados. No creí, hasta que te vi abrazada con Fernando.

-Leonor, me voy a ocupar de esto.

-Lo sé, siempre lo haces. –dice acercándose y se sienta mi lado en la cama.

-Lo siento, creo que a veces se me olvida cuánto has crecido y te quiero proteger como antes. Siempre vas a ser mi hermana menor.

-Y tú siempre serás mi hermana mayor, Alexandra. Pero ambas hemos crecido. Es mejor que nos protejamos entre las dos no ocultando las cosas.

-Te lo prometo. –le digo dándole un abrazo.

-¿Ya tienes respuestas de Rey? –dice separándose de mí.

-No aún. Fernando iba a hablar con él.

-¿Qué pasa si no nos ayudan? –veo la preocupación en los ojos de mi hermana.

-Ya me encargaré de eso...

****

Leonor se va a cabalgar en los jardines con Carlos, Cristy e Isabel siguen mostrándoles el castillo y los enormes jardines a Louis y George, así que lo único que me queda es esperar una respuesta de Fernando.

Camino por los pasillos sin un destino en especial. Solo caminar para no aburrirme sola en mi habitación, Duquesa camina a mi lado meneando su cola de un lado a otro mientras su suave pelaje blanco resalta de todos los colores monótonos del palacio. Esta perra estaba destinada para ser de la realeza, camina con porte y elegancia como una verdadera reina.

-¡Alexandra! –escucho la voz de Fernando a lo lejos.

Volteo hacia atrás y en cuento veo su rostro y sus puños tensos puedo notar que no consiguió la respuesta que tanto deseaba. Camina rápidamente hacia mi tomándome de las manos.

-Te dijo que no. ¿Verdad?

-En verdad lo siento tanto Alexandra. –sus ojos azules buscan los míos pero bajo la mirada.

-Pensé que podía confiar en la ayuda de mis aliados. –le digo zafándome de su agarre y me alejo de él.

Camino a paso rápido hacia los jardines del palacio. Me subo a un caballo y comienzo a cabalgar hasta la playa. El viento frío pega en mi rostro despeinado mi cabello oscuro.

Al llegar a la playa me siento en la fría y fina arena mirando las olas del mar. Ya pasó todo un día desde que recibí la noticia de Suecia, otro día que mi gente está muriendo de hambre.

Una vez más veo el Sol ocultarse en el horizonte, el rojo, anaranjado y azul se combinan en el cielo. Tres colores totalmente diferentes se juntan en lo alto para formar una combinación preciosa decorada con pequeños puntos tintineantes.

El frío recorre mi piel hasta los huesos pero me rehúso a volver al castillo y ver la cara de los reyes, de Fernando, de mis amigas, ni siquiera de mi hermana. ¿Qué les diría?

Ellas cuentan conmigo y las estoy defraudando.

Estoy defraudando a los pequeños niños, ellos confían en mí... Ellos confían en su Reina.

Siento un calor reconfortante en sobre mi espalda sacándome de mis pensamientos. Miro sobre mi hombro mientras Christopher me pone un abrigo sobre mis hombros con una sonrisa.

-Supuse que tendrías frío.

-Está helando. –le digo riendo.

-Nada más a ti se te ocurre estar aquí a estas horas y con este frío. –dice sentándose a mi lado.

-Estaba relajándome en rato, las horas aquí pasan volando...

-Me entere de las noticias de Suecia. Los rumores corren rápido en el castillo. ¿El Rey Enrique te ayudará?

-Ni siquiera me lo menciones. –digo dirigiendo mi mirada hacia sus ojos.

-Tomaré eso como un no.

-No puedo creer que no me quiera ayudar. Hombres, mujeres y niños no comerán un día más porque el Rey Enrique no envía provisiones. Se supone que somos una alianza Suecia lo apoyaría si estuviéramos en la misma posición. –digo desesperada.

Christopher me mira tratando de contener la risa. Le doy un golpe en el brazo.

-¡No es gracioso! –le digo riendo.

-¿Entonces por qué te ríes? –pregunta riendo conmigo.

-Perdón, saqué toda mi frustración contigo.

-No te preocupes, con alguien tenías que hacerlo... -dice viendo el horizonte y yo hago lo mismo.

-Esperaba que ellos me ayudarán. No sé es como el ideal de una alianza.

-No comprendo. Yo no pediría permiso para ayudarte, no importa si soy el Rey o no. Los príncipes también tenemos dinero suficiente para abastecer a una nación.

-No creo que sea tan simple... -bajo la mirada mirando la arena.

-Si lo es. Ven. –se pone de pie y me ayuda a levantarme.

-¿A dónde vamos?

-A ninguna parte-dice haciendo una pausa

-¿Entonces...?-pregunto presintiendo que esto no va a acabar bien.

-Alexandra,¿te casarías conmigo? –dice arrodillándose sosteniendo un anillo entre susdedos.

La Próxima ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora