Capítulo XVIII

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Pensé que la segunda vez sería más fácil, resulta que no importa cuántas veces me suba a un barco, seguiré con las mismas náuseas y la misma desesperación por llegar. Tengo que soportar dos días completos antes de poner mis pies sobre la tierra nuevamente.

Después de la interrupción de mis adoradas amigas, Fernando fue a su habitación y no salió de ahí hasta el día siguiente. Carlos y Leonor estuvieron platicando durante todo el camino, mientras que la que se va a casar estuvo tan lejos de su prometido como pudo. Sí, dos eternos días estuve evitando a Fernando.

-Llegamos. –dice Isabel entrando a mi habitación.

-¡Genial! –Cristy se pone de pie de la silla dando un pequeño salto dejando su libro a un lado.

Los libros fueron nuestra salvación para poder sobrevivir el viaje. Mi salvación. Mientras no teníamos nada que hacer vinimos a mi habitación para tener unos momentos de tranquilidad y nos pusimos a leer. Después de un tiempo Isabel se aburrió y salió a ver las olas del mar mientras Cristy y yo seguíamos con nuestra lectura.

-No puedes seguir evitando a Fernando. –Isabel me mira con desaprobación y esperando que diga algo.

-No tengo porque amarlo... -es lo único que se me ocurre decir. Es lo único en lo que he estado pensando todo este tiempo.

-Van a vivir juntos toda su vida... Tienes 20 años, no vas ni a la mitad de la vida. –Cristy se sienta a mi lado en la incómoda cama.

-Mi padre –paso saliva con dificultad- mi padre me advirtió que el amor destruiría mi reinado. –les digo conteniendo las lágrimas.

-Alexandra... cuánto lo siento. –me compadece Isabel acercándose lentamente a mí.

-No. –digo firmemente haciendo que Isabel se detenga en seguida- Lo que menos necesito ahora es que piensen que la Reina será inestable. Mi padre murió hace un mes, voy a estar bien.

Me pongo de pie con la cabeza en alto y salgo de la habitación con pasos firmes. Fernando está ahí, parado en la orilla del barco, mirando la fina capa de nieve que se forma en los árboles. Camino a él, tienen razón, no lo puedo evadir para siempre. Pero seguiré el consejo de mi padre, no me enamoraré, no dejaré que el amor me impida ser la Reina que todos esperan que sea.

No lo voy a defraudar.

-Pensé que no me ibas a querer ver jamás... -dice Fernando sin voltear a verme. Casi puedo ver la sonrisa que se forma en sus labios aun estando parada detrás de él.

-Un Rey dramático, lo que me faltaba. –río caminando para ponerme a su lado.

-¿Fue por lo que dije en tu habitación? –me mira profundamente.

-No seas ridículo, no fue por eso... Es más, no tengo la menor idea de lo que estás hablando. –aparto la mirada viendo la capa de hielo que se forma en el agua del mar.

-¿Entonces no me estabas evitando? –dirige la mirada al mismo lugar que yo.

-No Fernando, sólo que 10 años son demasiados, he cambiado.

-¿Te sigue gustando ir a cabalgar?

-Sí...

-¿Sigues jugando con Duquesa?

-Sí pero...

-¿Sigues ocultando todo detrás de tu sonrisa?

-Ese no es el punto. –me toma desprevenida sus preguntas, no pensé que recordará detalles de mí.

-Sigues siendo la misma Alexandra. No es malo ser la misma que hace 10 años, la verdad es fascinante. Tienes una personalidad increíble y me alegra que no haya cambiado.

La Próxima ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora