Capítulo XIX

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La habitación es exactamente como la recuerdo. Me vienen miles de imágenes a mi mente y todos esos momentos de alegría y dolor. En dos años suceden muchas cosas, no podría olvidar las ocasiones dónde tuve que crecer ya que no tenía a mi madre a mi lado, Leonor era muy pequeña, así que tuve que madurar más rápido para poder hacerme responsable de ella.

Miro el fuego de la chimenea y cómo las llamas consumen la madera. El calor es tranquilizador en esta época pero el significado del fuego no lo es.

En Suecia cientos de hogares fueron quemados hasta que solo quedaron escombros, en la guerra en la que mi padre dio su vida. Asesinado. Entonces recuerdo que mis manos también están llenas de sangre y no soy mejor persona que el que mató a mi padre.

El secuestro. Ese momento me sentía tan impotente al no poder hacer nada por mi hermana, así que hice lo que nunca pensé que haría, le quité la vida a un hombre.

El recuerdo hace que me dé un escalofrío y una lágrima resbale por mi mejilla, la siento resbalarse tan lento como si fuera cámara lenta, hasta caer al piso.

Casi puedo sentir la espesa y pegajosa sangre entre mis dedos y como el hombre caía al piso, sabiendo que iba a morir, con hilos de sangre resbalando por su cuello...

-Alexandra tenemos que alistarnos para la fiesta en tu honor. –Isabel dice emocionada a mis espaldas de pie en la puerta.

Limpio mis mejillas y tomo aire tratando de tranquilizarme. El castillo tiene muchos recuerdos en él, viviré aquí, no puedo dejar que me afecte.

-¿Dónde están las demás? –trato de decir con normalidad pero se me quiebra la voz. No la volteo a ver, me concentro en las llamas de la chimenea frente a mí.

-¿Alexandra? ¿Te encuentras bien? –escucho los pasos de Isabel acercarse a mí. Siento su cálida mano en mi hombro mientras me esfuerzo por no romper en llanto.

-Estoy bien. –digo sin ninguna emoción.

-¿Ale? –no le respondo, sé que si digo una sola palabra más no podré contenerme- Está bien, las chicas viene para acá para vestirnos para la fiesta.

Sale de mi habitación y escucho la puerta cerrarse detrás de mí.

-Calma, vamos a estar bien, como siempre... -pienso en voz alta mientras camino hacia el baúl de mis vestidos favoritos.

Tengo el vestido perfecto para la ocasión.

****

Mi vestido es color negro de cuello redondo y trasparencia con encaje hasta el escote en forma de corazón. Sigo en luto por la muerte de mi padre pero aun así no podía perder la elegancia con uno de esos vestidos que no dejan ver nada de piel. El mío no muestra demasiado pero la trasparencia es el secreto.

Llevo y unos aretes plateados y una diadema en mi cabello del mismo color haciendo resaltar mi peinado con el cabello suelto y unas delgadas trenzas en algunos mechones.

Una fiesta de bienvenida la esperaba como siempre que alguien está de visita en la corte rusa. Lo que no esperaba era el pensar en lo que me iba a afectar. Todos compadeciéndose de Leonor y de mí por la muerte de mi padre. Demasiado tarde para mostrar su amor hacia él.

Cuando inició la guerra pedimos ayuda a Rusia porque nuestro ejercitó no era suficiente para combatir contra Inglaterra, mandaron sus tropas cuando ya fue demasiado tarde, ya habían herido a mi padre. Gracias a ellos acabó la guerra, pero también gracias a ellos mi padre no está aquí.

-Deja de pensar Ale. –Isabel me dice con dulzura.

Isabel lleva un vestido color azul cielo con un escote igual al mío, tiene unos pequeños arreglos plateados para hacer parecer que tiene diminutos diamantes y es ajustado a su cintura lo que hace que se vea elegante pero hermosa.

La Próxima ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora