Tenías razón, pero no te acostumbres.

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¿He mencionado en algún momento que el olor de la sangre me marea? ¿No?, pues bien, lo hace y al ver al señor Banner ponerse los guantes de látex y sacar de una caja una lanceta para pincharle un dedo a Mike, hizo que se me revolviesen las tripas.

-De acuerdo, chicos, quiero que todos toméis un objeto de las cajas-dijo Banner- El primero contiene una tarjeta de identificación del grupo sanguíneo, en segundo lugar, tenemos un aplicador de cuatro puntas, el tercer objeto es una micro lanceta esterilizada. Voy a pasar con un cuentagotas con suero para preparar vuestras tarjetas, de modo que, por favor, no empecéis hasta que pase yo. Luego, con cuidado, quiero que os pinchéis un dedo con la lanceta.

Un sudor viscoso me cubrió la frente.

-Depositad una gotita de sangre en cada una de las puntas -el hizo una demostración con la sangre de Mike.

Apretó el dedo de Mike hasta que fluyó la sangre. No pude evitar tragar de forma convulsiva, el estómago se revolvió aún más.

-Entonces las aplicáis a la tarjeta del test -concluyó el profesor.

Sostuvo en alto la goteante tarjeta roja delante de nosotros para que la viéramos. Cerré los ojos, intenté oír por encima del pitido de mis oídos.

-El próximo fin de semana, la Cruz Roja se detiene en Port Angeles para recoger donaciones de sangre, por lo que he pensado que todos vosotros deberíais conocer vuestro grupo sanguíneo. Los menores de dieciocho años vais a necesitar un permiso de vuestros padres... Hay hojas de autorización encima de mi mesa.- dijo.

Siguió cruzando la clase con el cuentagotas. Descansé la mejilla contra la fría y oscura superficie de la mesa, intentando mantenerme consciente. Todo lo que oía a mí alrededor eran chillidos, quejas y risitas cuando se ensartaban los dedos con la lanceta. Inspiré y expiré de forma acompasada por la boca.

-Beka, ¿te encuentras bien? -preguntó el señor Banner.

-Profesor, se marea con la sangre, creo que debería enviarla a la enfermería-dijo Bella con su voz preocupada.

-Ya sé cuál es mi grupo sanguíneo, señor Banner -dije con voz débil.

-Por favor, ¿alguien puede llevar a Beka a la enfermería? -pidió en voz alta.

Mike se ofreció voluntario y eso hizo que me agradara más ese chico.

-¿Puedes caminar? -preguntó el señor Banner.

-Sí -susurré rodando que me dejase salir de ahí, si fuese necesario me arrastraría. Limítate a dejarme salir de aquí, pensé.

Me apoyé pesadamente sobre Mike mientras salíamos de clase. Muy despacio, crucé el campus a remolque de Mike. Cuando doblamos la esquina de la cafetería y estuvimos fuera del campo de visión del edificio cuatro, me detuve, necesitaba sentarme.

- ¿Me dejas sentarme un minuto, por favor? -supliqué.

Me ayudó a sentarme al borde del paseo.

-Gracias -susurré.

Aún seguía muy confusa. Me tumbé sobre un costado, puse la mejilla sobre el cemento gélido de la acera y cerré los ojos.

-Vaya, te has puesto verde -comentó Mike, bastante nervioso, seguramente tenía miedo de que le vomitaste encima.

-¿Beka? -me llamó otra voz a lo lejos.

Por favor, que esa voz tan melodiosa sea producto de mi imaginación.

- ¿Qué le sucede? ¿Está herida?- dijo Edward más cerca, y parecía preocupado.

No me lo estaba imaginando.

Mi sol a media noche. (Edward y oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora