Esta es una adaptación de la saga Crepúsculo donde Bella tiene una hermana llamada Rebeca un año mayor que ella, a causa de las mudanzas de Phoenix a Forks debe repetir un año de instituto por lo que asisten a la misma clase. En esta historia queda...
Dejé la luz apagada y me deslicé fuera, cerrando la puerta al salir. Oí subir por las escaleras el sonido del televisor. Cerré con fuerza la puerta del baño para que papá no subiera a molestarme. Tenía la intención de apresurarme. Me cepillé los dientes. Pero no podía urgir al agua caliente de la ducha, que me relajó los músculos de la espalda y me calmó el pulso.
El olor familiar de mi champú me hizo sentirme tranquila. Intenté no pensar en Edward, que me esperaba sentado en mi habitación, porque entonces tendría que empezar otra vez con todo el proceso de relajamiento.
Cerré el grifo del agua y me sequé con la toalla apresuradamente, acelerándome otra vez. Me puse el pijama: una camiseta de tirantes y un pantalón con cuadros de colores.
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Era demasiado tarde para arrepentirse de no haber traído conmigo el pijama de seda Victorias Secret que, dos años atrás, me regaló mi madre para mi cumpleaños, estaba en un cajón de mi armario, pero tal vez era tentar demasiado a Edward esa noche.
Volví a frotarme el pelo con la toalla y luego me pasé el cepillo a toda prisa. Arrojé la toalla a la cesta de la ropa sucia.
Bajé escopetada las escaleras para que Charlie pudiera verme en pijama y con el pelo mojado.
-Buenas noches, papá- dije tomando un vaso de agua para subirlo a la habitación.
-Buenas noches, Beka- dijo sorprendido de verme.
Subí las escaleras de dos en dos, intentando no hacer ruido, entré zumbando en mi habitación, y me aseguré de cerrar bien la puerta detrás de mí. Edward no se había movido ni un milímetro, parecía la estatua de Adonis encaramada a mi descolorido edredón.
Sus labios se curvaron cuando sonreí, y la estatua cobró vida. Me evaluó con la mirada, tomando nota del pelo húmedo y mí nada sexy pijama. Enarcó una ceja.
-Bonita ropa- dijo.
Le dediqué una mueca.
-No, te sienta bien- dijo con una sonrisa.
-Gracias-dije
Regresé a su lado tras posar el vaso en la mesita y me senté con las piernas cruzadas.
- ¿A qué venía todo eso?- preguntó refiriéndose a lo que yo había hecho.
-Charlie cree que me voy a escapar a hurtadillas- dije.
-Ah ¿Por qué? -preguntó como si fuera incapaz de comprender la mente de mi padre con la claridad que yo le suponía.
-Al parecer, me ve un poco nerviosa- dijo.
Me levantó el mentón para examinar mi rostro.
-De hecho, pareces bastante sofocada- dijo.
-Qué esperabas, no todos los días me espera un adonis en la cama- dije.
