El prado

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Me desperté a primera hora después de haber dormido a pierna suelta. Salté de la cama con mucha energía, e iré en la habitación de Bella para coger las llaves de su monovolumen y le dejé un neceser con maquillaje y algunos de mis complementos, le escribí una nota deseándole suerte en el baile y me fui a vestir.

Me puse rápidamente el suéter de color canela, los vaqueros y los zapatos. 

Con disimulo, eché un rápido vistazo por la ventana para verificar que papá se había marchado ya

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Con disimulo, eché un rápido vistazo por la ventana para verificar que papá se había marchado ya. Una fina y algodonosa capa de nubes cubría el cielo, pero no parecía que fuera a durar mucho.

Desayuné un buen tazón de cereales y guarde en mi mochila una manzana, una botella de agua y un sándwich.

Volví a echar un vistazo por la ventana, pero no se había producido cambio alguno. Apenas había terminado de cepillarme los dientes y me disponía a bajar las escaleras cuando una sigilosa llamada de nudillos provocó un sordo golpeteo de mi corazón contra las costillas. Fui corriendo hacia la entrada. Y tras quitar el pestillo Tuve un pequeño problema con el pestillo, abrí la puerta de un tirón y allí estaba él.

Al principio no estaba sonriente, sino sombrío, pero su expresión se alegró en cuanto se fijó en mí, y se rio entre dientes.

-Buenos días.- dijo sonriendo.

-¿Qué ocurre?- pregunté mirando que no tuviese nada sucio en mi ropa o que se me hubiera olvidado poner los pantalones.

-Vamos a juego- dijo y se volvió a reír.

Me di cuenta de que él llevaba un gran suéter ligero del mismo color canela que el mío, cuyo cuello a la caja dejaba al descubierto el cuello de la camisa blanca que llevaba debajo, y unos vaqueros azules. Me uní a sus risas y contemplé su perfecto rostro.

Cerré la puerta al salir mientras él se dirigía al monovolumen. Aguardó junto a la puerta del copiloto con una expresión resignada y perfectamente comprensible.

-Lo sé, no es el mejor medio de transporte pero es en lo que quedamos -le recordé.

-¿Adonde? - le pregunté una vez nos subimos.

-Ponte el cinturón, ya estoy nervioso-dijo algo seco.

- ¿Adónde? -repetí suspirando.

-Toma la 101 hacia el norte -ordenó.

-Bien, allá vamos-dije- ¿puedes hacer el favor de no fruncir el ceño?, me harás desconcentrarme.

El me miró sin hacerme caso, estaba realmente nervioso así que decidí dejarlo corree por el momento.

-¿Tienes intención de salir de Forks antes del anochecer?- me preguntó exasperado.

-Este coche no es como el tuyo, si intento pasar de 70 el motor simplemente morira-dije.

Mi sol a media noche. (Edward y oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora