Segunda parte. Prefacio

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Me sentía atrapada en una de esas pesadillas aterradoras en las que tienes que correr, correr hasta que te arden los pulmones, sin lograr desplazarte nunca a la velocidad necesaria. Las piernas parecían moverse cada vez más despacio mientras me esforzaba por avanzar entre la multitud indiferente, pero aun así, las manecillas del gran reloj de la torre seguían avanzando, no se detenían; inexorables e insensibles se aproximaban hacia el final, hacia el final de todo.

Lo único peor que eso era saber que no estaba en un sueño y que aquello por lo que tenía que correr no era para salvar mi vida, sino la de una persona tan importante para mí como yo misma.

El reloj siguió dando la hora mientras el sol caía a plomo en la plaza desde el centro exacto del cielo, no sabía si era tarde o no, pero no iba a quedarme de brazos cruzados, no importaba lo que vampiros sanguinarios intentasen hacerme, no caería sin luchar.

Mi sol a media noche. (Edward y oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora