Complicaciones.

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 Al despertar no sólo estaba cansada, sino con los nervios a flor de piel. Me enfundé el suéter de cuello vuelto y unos jean. El desayuno fue el tranquilo y esperado suceso de siempre. Charlie se preparó unos huevos fritos y Bella y yo un cuenco de cereales. Me preguntaba si se había olvidado de lo de este sábado, pero respondió a mi pregunta no formulada cuando se levantó para dejar su plato en el fregadero.

-Respecto a este sábado... -comenzó mientras cruzaba la cocina y abría el grifo.

-¿Sí, papá?- dije, Bella estaba atenta para echarme una mano si la necesitaba.

-¿Sigues empeñada en ir a Seattle?- me preguntó.

-Ese era el plan- dije, no quería mentirle, pero esta media verdad no podía hacer daño a nadie.

- ¿Estás segura de que no puedes estar de vuelta a tiempo para el baile?- me preguntó.

-No voy a ir al baile, papá- dije- ¿quieres que vaya?

- ¿No te lo ha pedido nadie? -preguntó al tiempo que ocultaba su consternación concentrándose en enjuagar el plato.

-Es la chica quien elige-dije.

-Si le pidieron ir papá, pero no quiere, al igual que yo- dijo Bella.

-Ah- dijo frunciendo el ceño papá.

No insistió más y tras desearnos un buen día se fue a la comisaría. Bella se adelantó para repasar una exposición con Jessica, yo debía hacerla con Ángela pero ya la teníamos bien preparada.

Tras peinarme miré por la ventana y vi que Edward me esperaba con su volvo en la carretera., en la entrada de coches de la casa.

-Romeo, Romeo, eres tu Romeo- dije con una voz angustiada, el miró hacia mi ventana y se rio.

Me hizo un gesto llevando su mano al corazón y haciendo una pequeña reverencia. Me reí antes de bajar las escaleras corriendo para reunirme con él. ¿Cuánto tiempo duraría esta extraña rutina? No quería que acabara jamás.

Cuando estuve frente a él me abrió la puerta del coche, estaba sonriente, relajado y, como siempre, perfecto e insoportablemente guapo.

-Buenos días -me saludó con voz aterciopelada cuando él se montó a mi lado-. ¿Cómo estás hoy?

Me recorrió el rostro con la vista, como si su pregunta fuera algo más que una mera cortesía.

-Bien, gracias- dije sonriendo.

Siempre estaba bien, mucho mejor que bien, cuando me hallaba cerca de él. Su mirada se detuvo en mis ojeras.

-Pareces cansada- me dijo

-No es muy cortés por tu parte remarcar mi cara demacrada- dije poniendo un puchero- pero es cierto no pude dormir

-Lo siento, estás preciosa- dijo dulce- yo tampoco he dormido.

-Eso es cierto -me reí-. Supongo que he dormido un poquito más que tú.

-Apostaría a que sí- aseguró divertido.

-¿Qué hiciste la noche pasada?- pregunté curiosa.

-No te escapes -rio entre dientes- Hoy me toca hacer las preguntas a mí.

-Ah, es cierto. ¿Qué quieres saber?- pregunté- te vas a aburrir pronto.

- ¿Cuál es tu color favorito? -preguntó.

Puse los ojos en blanco.

-Depende del día- dije.

- ¿Cuál es tu color favorito hoy? –seguía preguntando con tono serio.

Mi sol a media noche. (Edward y oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora