Capítulo 41

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Como las clases en el instituto mundano se habían suspendido debido a las bajas temperaturas, hoy me quedé todo el día en el calor de todas las chimeneas dentro del palacio cristal, de alguna manera no me sentía del todo cómoda quedarme en tan cálido lugar cuando casi todos han hecho sus actividades normalmente. Iba caminando por los pasillos del instituto solitario cuando Airon se me plantó en frente con una sonrisa, malévola a mi punto de vista. 

-Tu encanto... Creo que proviene de ninfas de bosques en la acróplis -Comentó sin un sentido -Pero esa mirada no es de una simple ninfa, oh no, es de alguien con mayor jerarquía. Dominas Alicia Brown, pero ese comportamiento de idiota me obliga a pensar que no eres más que una simple chica que anhela de nuevo seguir al conejo blanco de vuelta al país de las maravillas. Gracias a ese rostro que tienes la mayoría de las personas confunden una cara noble llena de gentileza y ternura, de una que sabe bien que con esa máscara de niña buena tiene poder sobre los que incluso están sobre ella en razas...Mi hermano no ha podido ver más allá de ese rostro hermoso, ¿tú qué opinas lindura? 

Lo dejé terminar hasta su última palabra, no sé de que iba Airon Volkóv pero al parecer sus intenciones no eran buenas si me ha dicho todo eso. No tenía caso contestar cosa alguna, Airon no era alguien quien me infundiera preocupación. Conozco bien esas miradas altivas, las veía cada maldito día en la escuela llena de niños que se hunden en el dinero de sus padres, incapaces de pensar en algo verdaderamente sensato para dañar; prueba está de que Sebastán puede dañarme con simples palabras como "Largo de aquí" él, con todo y su discurso, no ha provocado nada en mí.

—Si hay algo que te agobia de mí Airon, puedes decírmelo —Simplente le respondí tranquila.

Airon ladeó su cabeza con una sonrisa y rió. 

-En lo absoluto niña bonita -Acarició mi mejilla y se fue por el pasillo. 

Me erizó la piel de los brazos, Airon tenía un rostro hermoso al igual que su hermano, mas sin embargo él era una proyección actuada de dicho misterio que pretende tener. 

Sebastían había llegado solo hace un rato, se fue a meter al estudio de Carlo y dejó la puerta abierta, estaba revisando un montón de papeles y libros, me preocupaba la baja temperatura de ese lugar tan húmedo si no se encendía la chimenea. Al llevarle una tetera a Sebastián pude comprobar la temperatura helada, los copos de nieve se notaban en el hueco de la chimenea, incluso la piel de Sebastián se notaba mucho más pálida y transparente. Estaba tan concentrado en su trabajo que ni siquiera me escuchó entrar hasta que yo cerré la puerta, su mirada se tornó rápidamente hacia mí en su tono rojizo que se fue suavizando conforme avanzaba al escritorio, sólo mirándome con una ceja enarcada intimidándome como siempre.

-Tienes mucho trabajo y...aquí está muy frío, así que pensé que te gustaría tomar un descanso para calentarte un poco. -Mi explicación fue muy acertada, pero tonta.

Sebastián por fin bajó su delgada ceja y se recargó en el respaldo de la silla.

—Alicia Brown —Pronunció mi nombre —Me cuesta creer que una chica como tú no haya notado que mis acciones siempre tienen un porqué. —Me mantuve callada hasta que él soltó una pequeña risa —Le agradezco infinitamente sus atenciones  señorita. 

Al pasarle la taza caliente, nuestras manos hicieron contacto y pude notar cuan caliente estaba Sebastián, por eso estaba en este lugar congelado, si él estaba a dos grados de empezar a derretirse de calor.

-Ahora me entiende, y se encerraría mi propio calor si yo cerrase la puerta. -Sonrió al sorber de su té. 

Entré en pánico, el té estaba caliente y yo había cerrado la puerta cuando entré. Me giré para ir a abrirla pero Sebastián me sujetó de la mano para detenerme.

Eternos: Memorias RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora