Capítulo 3

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-Aly, queríamos decirte otra cosa -Jack habló nervioso.

-¿Qué cosa? -Me Asusté.

-Verás, hoy es noche de teatro, y Lyrio y yo teníamos pensado ir -Me habló inocente -Y claro si gustas acompañarnos.

-Creo que es mejor quedarnos y apoyar a Aly, Jack -Lyrio lo miró.

-No, no. Por mí no hay ningún problema. A fin de cuentas ustedes están de vacaciones -Les Sonreí.

-¿No gustas acompañarnos? -Lyrio ofreció.

-No gracias, estoy algo cansada y prefiero quedarme a dormir y a pensar cosas.

Eran las siete de la tarde. Jack y Lyrio iban muy bien vestidos de etiqueta. Incluso Laura ayudó Lyrio a hacerse un peinado de moño alto y rizos para la ocasión.

-No vuelvan tan tarde. Y tú Jack cuidas a Lyrio -Los estaba despidiendo en la puerta.

-¿Segura que no vienes? -Lyrio me insistía.

-Segura. Y menos con estas fachas -Me había quedado con el atuendo de la mañana -Ahora vallanse y diviertanse mucho por favor.

Cerré la puerta y subí directamente a mi habitación. Como en Pódroga no había electricidad, yo tenía cinco velas alumbrando la pieza. Laura no estaba, dijo que se quedaría a dormir con una prima de ella que vive algo distanciada, y de los demás huéspedes no estaba enterada. Me senté en la pequeña mesa con una vela, escribía cartas, no eran para nadie en específico; en estos tres días me hacía bien escribirlas para no ahogarme en la demencia. Nunca pensé que la ausencia de Haesen me pondría en ese estado.

Pasado de algunos minutos una picazón en el hombro izquierdo me desconcertó, no podía escribir más de dos palabras sin dejar el bolígrafo y rascar mi hombro. Me harté y guardé mis hojas en mi pequeña maleta y llevé la vela al espejo. Desabotoné la camisa de seda y encajes que me llegaba al cuello y descubrí mi hombro para ver lo que me aquejaba. Una serie de pequeñas ronchas estaban en una pequeña zona de mi hombro. Me horroricé, el área estaba roja y las ronchas crecían cuanto más me rascaba. Quizás algún insecto ponzoñoso me picó y esto pueda infectarse.

Recordé que en estos días he pasado por una farmacia al regresar de buscar a Haesen. No es tan tarde y si me doy prisa, puede y aún esté abierta.

Salí y aún había algo de gente en las calles. Caminaba y pasaban personas bien vestidas, casi todas se dirigían a la misma dirección. -Noche de teatro -Pensé.

Entre más caminaba, me daba cuenta que la distancia que yo había calculado de camino a la farmacia era más largo.

Después de unos minutos, divisé el umbral de la farmacia.
Le expliqué mi malestar al farmacéutico qué la atendía, me recetó una pomada. Dijo que era una ligera alergia de humedad, debido a el aire marino que se respiraba en Pódroga. Su asistente me atendió y aplicó la pomada en mi hombro, la cubrió con una gasa. Esperé al rededor de diez minutos y la retiró, sólo quedaba algo de enrojecimiento el la zona afectada.

-No eres del todo humana ¿Cierto? -La chica me preguntó tranquila.

Tragué duro. Me puse nerviosa.

-Lo siento ¿Te ofendí? -Me miró preocupada.

-No, para nada -La tranquilizé -Es sólo qué casi nadie me pregunta eso.

-Es que sanaste muy rápido, esa alergia se cura en dos día para un humano normal; y tú te curaste en menos de diez minutos.

-Me alegra que no te asustes -Admití.

-No, para nada -Sonrió -Ten, aplicarla por las noches y cubrirla con gasas -Me tendió la pomada.

-Gracias.

Eternos: Memorias RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora