Capítulo 26

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A los pocos minutos entró Laura con la tetera caliente para servirle el té a Sebastián. Lura me pidió que lo vigilara porque aún tenía que atender heridas menores de Blake y Mathew, no podía negarme, así que acepté de inmediato.

Pasaron poco menos de quince minutos cuando Sebastián fue abriendo los ojos, creo que se desestabilizó más al verme ahí con él.

-Alicia -Susurró mi nombre en voz gélida. Trató de incorporarse mejor en la cama débilmente.

-No te esfuerces por favor -Le rogué y le ayudé a acomodar mejor sus cojines.

-¿Qué haces aquí? -Me interrogó mientras que yo le servía el té que Laura le dejó.

-Laura está ocupada -Fue todo lo que dije, ni siquiera lo veía a los ojos, así que no sabía en qué color los tenía en esos momentos. -Tómalo, te hará bien -Le pasé la taza de porcelana.

Me senté a una distancia apropiada, ni muy cerca ni tan lejos de su cama y lo miré, le dio un sorbo a su taza y la dejó en su mesita de noche.

-Llegaste casi muriéndote -Le dije con la voz rota -Sé lo que te ocurre en ese bosque -Sebastián alzó una ceja -Necesitas de mi sangre -Me levanté y me fui acercando a él -Y tú y yo tenemos un trato, yo te apoyo tú me apoyas, así que...

Llegué justo a su lado y le extendí mi mano con la muñeca liberada de cualquier prenda. Sebastián no dijo nada, sólo la tomó y olió el dorso de mi muñeca, sentí la caricia de sus colmillos al lo largo del hueso de mi pulgar, manipulaba mi mano casi seduciendome, con la punta de mis dedos delineó sus labios hasta que se detuvo en mi dedo índice y fue justo ahí en donde clavó sus colmillos. No pasó mucho tiempo para que a Sebastián se le notara un poco de color en el rostro. Escurrió una gota a lo largo de mi dedo y él se encargó de quitarla con su lengua. ¿Cómo era posible que sostuviera mi mano tan delicadamente para hacerme un daño como ese?

Su mordida fue algo íntimo y consensuada, cuando terminó, sostuve mi muñeca y me alejé un poco de él. Me quedé un rato más con él hasta que Laura llegó y me permitió ir a terminar la noche.

Los días pasaban y algunas cosas cambiaban para bien, dejé de aburrirme tanto hasta que me involucré un poco más en las actividades que se realizaban en el palacio, como a veces jugaba con Erik y Blake al criquet, le ayudaba a Mabel y a Laura a lagunas tareas básicas en la cocina y las acompañaba a la plaza algunas veces a comprar lo necesario, también las clases con Carlo se volvían más dinámicas y no tan serias como al principio y obviamente mi actividad favorita era ir a leer a los niños de la beneficencia. Alex y su hermana pequeña Dorothy se robaban mi corazón cada vez que iba. Pero Sebastián tenía razón, los libros eran escasos, algo viejos, maltratados y sin ilustraciones.

Era jueves por la tarde y volvíamos del instituto mundano, al parecer, todas mis cartas que mandé habitan tenido respuesta, algo atrasada, de tres semanas, pero lo importante es que ya estaban aquí, incluso el paquete que que me envió Julian con los libros que le pedí. Todas estaban, menos la de Haesen, porque ni siquiera le he mandado una.

Nicholas escribía que en dos meses exactos iría a verlo a su castillo familiar en Escocia, incluso me mandó los boletos de avión.

Julian escribía que él también está muy ocupado y que obviamente me disculpaba por haberme ido tan precipitadamente, que le sorprendió mucho. Al final agregó una notita algo peculiar: "Porque lady ordena y yo obedezco "
La única persona que me llamaba de esa manera era Andru, me dejó montarme películas a mi criterio sobre cómo o por qué me llamó de esa manera.

Cada vez que rompía un sobre de alguna carta, era como romper barreras y tener a esa persona especial por un ratito, era simplemente hermoso.

La ultima carta era de Evan, y decía más o menos así:

Eternos: Memorias RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora