Capítulo 33

370 34 8
                                    

Montar con Nicholas se ha convertido en la mejor experiencia de mi vida, me mostró grandes espacios y una parte del pueblo, pero como todo lo bueno termina pronto, hoy me encuentro sola en el inmenso palacio de Nicholas, como había dicho ayer, tenía cosas que realizar y se aseguró de hacerme agotar hasta la última gota de energía en mi delgado cuerpo para que despertara muy tarde y hambrienta.

Era más de medio día y yo aún seguía en bata de pijama y apenas comía el desayuno. Las hermanas Bolena me atendían muy bien y educadamente como les había pedido Nicholas, pero había un síntoma en ellas para conmigo que no lograba descubrir y por alguna razón me ponía incomoda, pasaban rápidamente de lado de mí y tenían miedo de siquiera tocarme un milímetro de piel al servirme. Nicholas les había dejado el menú de todas mi comidas, el cual incluía carne, verduras, frutas y carbohidratos, al menos hasta la cena, que era cuando él iba a regresar, iba a comer postre de cerezas hecho especialmente por él.

No cabía duda que hoy sería un día aburrido para mí, así que lo mejor que sé hacer en caso como este es explorar un poco y deambular por los pasillos fríos y tétricos del lugar. Antes de eso debía al menos ponerme un vestido decente. 

Y ahí me encontraba yo, con una antorcha en mano y un pasillo en frente de mí, este era diferente a todos, ya que era cerrado y lleno de muchas habitaciones con cosas, normalmente solo se tiene una bodega con cosas inservibles o viejas, pero como se trataba de Nicholas, todo era en una gran cantidad. No debería husmear todo y saber todo de la privacidad de Nicholas, pero me mataba más no entrar que entrar y tener que al menos decirle a Nicholas que estuve paseándome por ahí en su enorme palacio. 

Entré y al cerrar la puerta sonó un rechinido espectral, desde ese punto yo estaba que temblaba. Elegí la puerta en que entraría, era sorprendente que ninguna estuviera cerrada o al menos con un candado, sólo había mucho polvo y telarañas para ahuyentar a las personas. La primera habitación estaba llena de estantes de libros, sólo eran libros, libros y más libros. Viejos, con polvo y pesados. Tomé uno de ellos y estaba en latín, lo dejé inmediatamente y tomé otro en castellano, este parecía ser de ocultismo, hablaba de vampiros y seres de oscuridad, parecía ser parte de una enciclopedia, ya que se podía notar su número impreso pero sin ningún título.

Al comenzar a leerlo mi corazón se cercenaba más y más con cada línea.

Ojos castaños, dorados y avellana con destellos amarillos. Estos pueden sufrir alteraciones en colores café rojizo o en casos mayores rojo escarlata. (Éstas pueden estar bajo dominio o no.)

Pasé la hoja amarillenta del libro y pude notar como tembló junto con mi mano.

... La raza se muestra con estaturas altas y con temperaturas corporales frías, no existe pigmentación en rostro. Ni por climas fríos u calurosos...

Pasé de página.

La capacidad cerebral es superada, permitiendo una mayor porcentaje del uso del cerebro. Adaptando el raciocinio y con agudeza de sentidos.
Es posible los dones o sentidos súper desarrollados heredados o innatos...

Mi cerebro conectó todos lo puntos de las ecuaciones que me he venido haciendo, claro que describía a Sebastián, pero también describía a Nicholas. "Nicholas era un vampiro" Me repetía en mi cabeza, ¡Pero que idiota he sido! Di un traspié hacia atrás y choqué con algunas cosas, unos libros se cayeron y se reventaron una esporas de la pared y parte del suelo, inhalé por completo el polvillo de las esporas húmedas. Solté el libro de las manos y quise correr, pero a esas alturas mi visión era borrosa y mi juicio se tambaleaba. 

Salí y lo único que había era la escalera. Mi cabeza pegaba con algunos escalones, el dolor en mi tobillo se intensificaba y mis costillas estaban a punto de reventar si caían otro escalón más. Terminé en el suelo con un duro golpe, entre abrí mis ojos para mirar hasta arriba de las escaleras y ver la silueta borrosa de la más pequeña de las Bolena. La gota de sangre proveniente de mi nariz, rosó por mis labios entre abiertos probando mi propia sangre. Estaba en un estado lamentable y sólo la chica me miraba hasta que su persona se fue desvaneciendo, estaba delirando por las esporas y el duro golpe en mi cabeza, tenía miedo y todo me dolía. Perdí la conciencia a los minutos de agonía. 

Eternos: Memorias RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora