Capítulo 4

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Lo observaba, cada movimiento que hacía, cada gesto, cada frase, hasta que tomó una silla y se sentó frente de mí.

-¿No dirás nada? -Me preguntó y no respondí -¿Mi mordida te paralizó la lengua niña Ángel?

-¿Por qué me llamas niña Ángel? -Le pregunté con amargura.

-¿A caso no desciende de la familia de los ángeles y sus queridos Nefilim? -Me preguntó -Como el muchacho.

Tuve la impresión de negar ligeramente con la cabeza.

-¿A no? Hubiera jurado que sí, incluso que tu abuelo o tratara abuelo sería un auténtico ángel, por el sabor de tu código.

-No sé de qué me hablas, incluso desconozco tus argumentos.

-¿Entonces, cuál es tu linaje híbrido? ¿Lunar?, ¿Cazador?, ¿Semi dios?, ¿Élfico?, ¿Marino? ¿De luz? ¿O de sombras? -El dolor en la cabeza se empezaba a agudizar con cada palabra suya.

Dominic alguna vez mencionó que yo descendía de Apolo, el dios griego. No se lo voy a decir a este idiota, no quiero que saque ventaja de ello.

-¿No?, ¿No te suenan familiares? -Guardó silencio -Oh... ya veo, no me quieres contar. Tal vez, sí eres de la raza del muchacho.

-¿Qué le hicieron? -Pregunté en seguida que mencionó a Haesen.

-¿A él? Nada. Se puede decir que tú lo salvaste. -Se encogió de hombros -Pero no desvíes el tema, dime cuál es tu linaje ¿O te da pena decirlo? porque no eres más que una criatura que no debería existir en el mundo, porque en la creación no se mencionan a personas como ustedes, no hay lugar para tí entre los humanos.

-¿Y tú? -Le espeté furiosa -Igual eres una criatura, no eres más virtuoso que yo al descender de asquerosos chupa sangre.

Abofeteó mi rostro estando acostada. Me quejé.

-Soy mejor que una docena de los tuyos. Yo no me ando con hipocresías de querer agradar a los simples normales, de querer ocultar mis raíces para no hacerlos menos. Mis ancestros han hecho historia de generación en generación, mientras que los tuyo se han quedado en simples mitos y leyendas, incluso en el olvido.

-No eres nada si eres un monstruo -Le susurré.

-Los monstruos son ustedes, con esa falta de identidad que adoptan al perder su alma. -Se inclinó hacia mí -Aunque debo admitir que lo único bueno que tienen es su preciosa sangre -Aspiró cerca de mi cuello -Sino hubiera sido por que Thiel te necesita, me hubiera complacido al degustar hasta la ultima gota de tí, Niña Nefil.

-Que no soy una Nefilim -Casi grité.

-Ahora me vas a decir cuál es tu linaje y de quién desciendes -Me exigió.

-No lo sé -Le dije.

-Estúpida -Volvió a abofetear mi rostro -¡Si no me lo dices por las buenas, me lo dirás por las malas! -Me amenazó.

-Me necesitas ¿no?, tú mismo acabas de decirlo, ¿Qué tanto podrías hacerme? -Le dije con una ceja levantada y con el estómago en el pecho.

Volvió a abofetear mi rostro con más fuerza que la anterior, las yemas de sus dedos fueron a parar al costado de mi ojo. Se colocó en cima de mí y sostuvo mis muñecas arriba de mi cabeza con una sola mano. Cuando volvió a acercar su mano, acarició mi mejilla golpeada, se acercó lentamente a mi cuello, cerca de mi oreja. La punta de su nariz rozaba por todo el largo de mi cuello, daba pequeños suspiros.

-Podría hacerte experimentar el infierno en persona -Susurró con una vos siniestra en mi oído, sentí su aliento gélido en mi piel -Y... Sin matarte -Agregó.

Eternos: Memorias RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora