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—¡NO!— grité una de mis palabras favoritas contra mi querido, aunque furioso, padre

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—¡NO!— grité una de mis palabras favoritas contra mi querido, aunque furioso, padre.

—¡Te casarás con uno de los hijos de Ragnar Lothbrok!— contestó en el mismo tono desafiante.

—¡No quiero!— mi plan consistía en retirarme a las montañas y vivir sola para siempre, quizá con algún perro. Sin embargo, había nacido princesa (todo un drama) y crear vínculos entre reinos era esencial para mi padre, así aseguraba sus pactos.

—Mi princesa...— cambió de estrategia como buen negociador que era.— Mi niña, mi cielo, debes comprenderlo.

—¡No!— volví a chillar furibunda, él bajó la mirada e hizo una señal a las dos sievientas para que me acompañaran, más bien arrastraran, hasta mi habitación.

El equipaje estaba preparado, solo estaban esperando a que me vistiese.

—Siv...— aquel era mi nombre, el mismo que el de la esposa de Thor, significa “novia”. Además mi apodo era Svarti, por el color negro de mi pelo, que era inusual en nórdicos.—Colaborar será lo mejor.— era mi niñera quien hablaba,lo más parecido a una figura materna para mí, yo misma había asesinado a mi madre durante el parto. Al ser hija única mi padre trató de mantenerme a su lado todo el tiempo posible: hasta que cumplí 17 años. El momento había llegado.

—¿Qué harías en mi lugar?— pregunté a la chica más joven.

—Elegiría al más bello de los hijos de Ragnar y lo haría mi esposo.— contestó con total sinceridad sin dudar un instante.

Aquello me hizo pensar lo egoísta que estaba siendo y me puse aquel maldito vestido de princesa.
¿Qué podría salir mal?

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