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—Eras más simpática cuando estabas indefensa.— llevaba la cuadriga al paso junto a mí, porque me había negado a subir con él. Por suerte, la tormenta no duró mucho y salimos de allí después de los cinco minutos más incómodos de mi vida.

—Me casaré con Ubbe.— le dije tratando de molestar su ego.

—Y Margrethe te asesinará mientras duermes.— contestó sonriente y despreocupado.

—Pues con Hvitserk.— dije yendo más y menos lento para que los caballos fuesen difíciles de manejar.

—Tendrás suerte si consigues mantener una conversación de más de tres frases con él, es un cráneo vacío.— rió tratando de controlar la cuadriga.

—¿Y con Bjorn?— alcé una ceja, ni siquiera era una posibilidad aún.

— No.— a pesar de que a ambos nos encantaba llevar la razón, ese fue un argumento bastante pobre.

—Seguro que se parece muchísimo a Ragnar, el mayor de los Lothbrok, el único hijo de Lagertha...— aproveché para hacerle rabiar de envidia.

—Espero que sepas el camino de vuelta.— de pronto Ivar movió las riendas y lo caballos empezaron a galopar.

Traté de perseguirlos corriendo, pero no aguanté mucho tras él, y decidí seguir el camino que dejaba en el suelo.

No me sorprendió que me estuviese esperando a la salida del bosque. Llegué agotada hasta aquel tronco en el que estaba apoyado.

—Gané.— murmuró con esa sonrisa bárbara.

—La carrera aún no ha terminado.— sin previo aviso eché a correr.— ¡Nos vemos en el salón!— chillé sin pararme. Partía con ventaja, pero amaba la victoria tanto que no me importaba arrastrarme un poco para llegar a ella.

Obviamente gané y cuando llegué me encontré a un chico rubio anormalmente alto (incluso para ser vikingo).

—Hijo de...— «Ragnar» me esforcé por retener mis pensamientos, pero casi fue peor.

—¿Qué?— se giró con el ceño fruncido, algo totalmente comprensible.

—Ragnar, hijo de Ragnar.— aclaré sacando una sonrisa de él.— ¿Eres Bjorn?

—Sí.— se apoyó en la pared para marcar los músculos de su brazo deliberadamente.— Acabo de llegar de un viaje, pero me alegro de seguir reconocible.

—Soy Siv.— sonaba gracioso si lo decía muchas veces seguidas.

—La princesa Siv, Lagertha me acaba de hablar de ti.— abrió la puerta del salón.— Vamos, mi madre está deseando conocerte.

—Siv.— Ubbe y Hvitserk me nombraron al unísono como saludo. Odiaba coincidir con los insultos de Ivar, pero eran un poquito simples.

—¡Hey!— hablando del rey de Roma.— Has hecho trampas.— señaló fingiendo estar molesto.

—Ivar.— dijeron Ubbe y Hvitserk al mismo tiempo.

—Ivar.— Bjorn saludó un poco más tarde, pero cuando lo hizo a su lado estaban dos mujeres rubias.— Siv, te presento a Lagertha y a mi esposa Torvi.

—Encantada.— sonreí con mis modales de princesa e hice una reverencia ante ambas.

—Bjorn no es una opción.— susurró Ivar en mi oído antes de marcharse. Su cara había cambiado en el momento que entró Lagertha, claramente la odiaba.

—Bienvenida princesa Siv, tu padre y yo hemos sido buenos aliados.— devolvió la reverencia y sonrió.— Por eso, te invito a hospedarte aquí.— me quedé algo sorprendida, ni siquiera había pensado en ello.

—Eres la primera en proponérmelo.— según respondía oí un pequeño estruendo. Ivar había dejado caer un vaso.

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