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El plan era simple pero efectivo

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El plan era simple pero efectivo.

—¿Estás segura de esto?— preguntó Ivar al verme.

Nadie había visto mi cara tras el hachazo, había pasado mucho tiempo sin tomar el sol por lo que ahora mi piel estaba blanca como nunca lo había estado, llevaba el cabello trenzado (lo cual no es común en mí) y un vestido ceñido (que tampoco solía llevar). En resumen, estaba irreconocible.

—Las manos quietas.— le gruñó Ivar a Hvitserk que me rodeaba la cintura con el brazo.

—Tranquilo hermano, se supone que la he dejado preñada.— rió él recorriéndome con la mirada. En eso consistía la coartada, yo me haría pasar por una esclava con la que Hvitserk había tenido un hijo, lo cual era bastante creíble. —Por cierto, estás preciosa así.

—No olvides que sigo siendo yo.— dije abrazándole aún más cerca. Entonces él comenzó a reír nervioso, pobre Hvitserk, era tan predecible.

—Toma.— Ivar me dio al pequeño con mucho cuidado y Axel se acurrucó contra mi piel.

—Hasta luego.— susurré en su oído antes de besarle como despedida.
Y salimos andando por el sendero que llevaba a Kattegat.

—¿Cómo se llama?— preguntó su tío con curiosidad.

—Axel Ragnar Ivarsson.—contesté con una sonrisa.

—El padre de la paz...— murmuró el significado de su primer nombre.—Tiene sus ojos...— murmuró Hvitserk enternecido.—Y tu sonrisa,— reí a carcajadas, qué irónico que se pareciese tanto a nosotros.— aunque tú tienes dientes.

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