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-¡No

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-¡No...!- me tapó la boca con la mano y yo cerré los ojos protegiendo a Axel contra mi pecho.

Pensé en el dolor que debía estar causando a Hvitserk, ver cómo su hermano le robaba todo lo que quería una vez más. Cómo debía desear quitarle a Ivar lo que amaba. La rabia que le llevaría a hacer que si no estaba con él no pudiera estar con nadie.

Volví a abrir los ojos, había cortado la cuerda que me mantenía presa.

Claramente Hvitserk no era como yo estaba imaginando, él era una buena persona, y me molestaba profundamente tener que hacer tal daño a una buena persona.

-Gracias.- susurré volviendo a respirar entrecortada.

-Espera hasta que el sol se ponga, habrá un cambio de guardia, yo le distraeré.- veía el dolor puro en sus ojos, en forma de lágrimas almacenadas. Puso la mano en mi mejilla y dejé que besase mi frente, quizá fuese menos efusiva que nuestra anterior despedida pero esperaba que no fuese definitiva.

La guerra estaba a punto de comenzar y yo era incapaz de escoger un bando, si en mi mano estuviese hubiera dado hasta mi propia vida para parar aquello.

Hvitserk cumplió lo prometido, al caer la noche subí a uno de los caballos del establo y comenzamos un larguísimo camino hasta Kattegat.

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