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Las bodas vikingas, incluso en mi caso era algo más que económico, se trataba de  la asociación de dos familias por medio de un vínculo sagrado

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Las bodas vikingas, incluso en mi caso era algo más que económico, se trataba de  la asociación de dos familias por medio de un vínculo sagrado.

Aquel mismo día conocí a Floki, fue nuestro casamentero, por lo visto estaba muy unido a Ivar.

Normalmente la fecha de la boda se fijaba con plazo de un año, pero íbamos a marchas forzadas y un mes nos pareció suficiente.

Era todo un espectáculo ver a nuestras familias intercambiando dotes, por suerte, no se le dio demasiada importancia.
 

La ceremonia se celebró a finales de octubre, a principios del invierno o Vetrnaetr. Las cosechas estaban recogidas, el ganado  recogido y la hidromiel ya había sido fabricada.

Aquella mañana los hermanos de Ivar llegaron al salón donde me preparaba, para conducirme hasta su casa.

—¿Estás lista?— preguntó Hvitserk, él estaba más nervioso que yo.— Aún te puedes echar atrás.

—No lo haré.— trataba de ser sincera, pero la idea de aquel ritual me aterraba ''El baño de la novia". El objetivo era asegurar mi "pureza".

—Ánimo.— susurró Ubbe al abrir la sauna.

Allí esperaban todas mis damas de honor, yo solo conocía realmente a Margrethe, y no me caía precisamente bien.

Me senté en una silla y me rodearon como buitres colocando flores en mi cabeza, de vez en cuando veía caer mechones de pelo, pero terminó cuando me recogieron el cabello y pusieron el velo de lino.
En el cinturón de mi vestido color crema, ataron un manojo de llaves, pues estaba lista para convertirme en la dueña de la casa de Ivar.

Así comenzó la ceremonia.

En la sala común se celebró el banquete, cada una de nuestras familias se sentaba a un lado de la mesa. En el medio de la mesa, con un asiento más alto, estábamos Ivar y yo, uno frente al otro.

Personalmente no presté mucha atención a ello, pero se controlaban los regalos y los lugares donde se sentaría cada uno de los invitados con gran precisión.

Solo podía pensar en Ivar, que me ignoraba completamente con la mirada fija en su plato. Aquello no ayudó a convencer a mi familia de que había elegido bien. Por otra parte, mi padre lo aprobó pensando que que yo había elegido a Ivar porque moriría antes y así podría heredar sus bienes.


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