-Déjame en paz- le grité a mi hermana Viki, por enésima vez.
Había estado aporreando mi puerta durante toda la mañana, y preguntándome si iría al instituto.
Le había diho más de mil veces que me encontraba mal, que sentía una punzada en el estómago.
No le había mentido, era exactamente lo que sentía
No había pegado ojo en toda la noche.
Viki abrió la puerta y se acercó a mi cama para coger la mochila.
Eso era lo malo de compartir cuarto con tu hermana, no tener intimidad
Le lancé una mirada de desprecio y me tapé hasta los ojos con la sábana y la colcha
-Tengo que irme- dijo con la boca llena, una tostada en la mano y la mochila echada a la espalda- Si luego te encuentras mejor, te vienes, vale?
Fingí no escucharla, pero no pude evitar soltar un bufido largo y pesado
Por fin mi hermana salió de la habitación dejándome sola.
Iba con la falda muy corta, y llevaba una camisa blanca, que, aunque era simple, a ella le quedaba genial.
Cuando me di cuenta, Viki ya había arrancado su coche, y se dirigía al instituto con decisión, mientras yo permanecía en mi cama acobardada, con la cabeza sobre la almohada esperando a que algo ocurriese, ni siquiera yo sabía el que.