Empecé a andar hacia mi casa, a paso acelerado, y tapándome la cara con el pelo para que nadie me reconociese.
Escuché a mi grupo de amigas charlar y reirse detrás de mí. Pero al verme se quedaron calladas. Algo que me hundió por completo. Seguí caminando, llorando en silencio.
Cuando llegué a mi casa, saqué las llaves para entrar.
-Charlie-
Era la voz de un chico.
Me tiraron del brazo, una vez más.
-¡Gonzalo!- grité sorprendida.
-Shhh... Ya sé que tu madre no te deja acercarte a mi....
-No es eso... Es más, eres la unica persona con la que mi madre me deja estar.... Le conté que lo sabías.
-¿Entonces?¿Por qué te apartas de mí?
-Gonzalo... Por favor... No hagas esto más difícil...
-Es por Ryan ¿Verdad?
-Es que... No quiero que te haga daño.
Desde que no nos vemos, no se ha acercado a ti... Te dije que tenía miedo.
-Charlie, nuestro sitio está aquí, juntos.
Me senté en una roca, me tapé la cara con las manos y suspiré.
-Sé que estás asustada, que tienes miedo, y que no estás pasando por un buen momento.
Se sentó a mi lado, y me besó.
-Podemos vernos a escondidas....
Todo eran secretos, todo a escondidas.
Pero merecía la pena. Era mi novio, mi amor.
-Me parece bien.-
Me abracé a él.
Muy pronto arreglaría las cosas.
Con él, con Ryan, y con mis amigas.
Esto se iba a acabar de una vez por todas.