Me desperté a la mañana siguiente con la colcha en el suelo, y con una palomita bajo mi culo.
Me sentía descansada, apesar de haberme dormido a las tres y media de la noche.
Me levanté de un brinco y, después de ponerme las zapatillas de leones de Ariana, salí andando hacia el salón, donde también se encontraba la cocina.
-Buenos días, dormilona- me gritó Ariana desde la cocina.
Era sábado, porque el primer día de clases había sido jueves.
-Buenos días, leoncita- le dije mostrándole las zapatillas que me había prestado.
-Tengo hambre- comentó ella.-Vamos a Blue~River, así de paso vemos a tu hermana.-
Asentí mientras abría la nevera en busca de una botella de leche.
Mientras íbamos en su descapotable verde lima, pensaba en qué le habría pasado a Gonzalo.
-Ya hemos llegado, preciosa-me informó Ariana.
Mientras bajaba, observé el cartel de Blue~River.
La letra era de color azul.
Había un loro de color azul y gris sujetando un yogur helado con muchas frutas en su interior.
Entramos por la puerta, y sonó una pequeña campanilla.
-¡Hola cariño!- exclamó Viki, acercándose a mí para darme un abrazo.- Estaba muy preocupada. Esta mañana he pasado por casa, y no te he visto. Me preocupé tanto que estuve a punto de llamar a papá. Y ya sabes como es él...
Es capaz de recorrer medio mundo en tu busca.
Me limité a abrazarla.
Viki me transmitía serenidad, además, no podía hablar.Me estaba aplastando.
-Me vas a ahogar- le dije apartándome con una sonrisa.
Llevaba una camisa blanca y unos leggins negros. Olía a colonia de chico.
"Genial" pensé. No podía creermelo.
Conocía a mi hermana, pero siempre mantenía la esperanza de que algún día volviese a casa sin haber estado con "una amiga" antes.
Pero yo no era nadie para decirle lo que no debía hacer.
En aquellos momentos me entraban ganas de coger el teléfono y llamar a mis padres.
Yo era demasiado pequeña. No sabía que hacer en aquellas situaciones.
Sin darme cuenta me había sentado en una mesa del restaurante.
-¿Qué desean, señoritas?- se dirigió a nosotras un chico guapo, ojos verdes, y un lacio pelo rubio.
Ariana y aquel chico misterioso se dirigían miradas seductoras y sonrisas tontas.
-Bueno, yo me voy a hablar con mi hermna....- intenté excusarme, andando hacia la barra.-Lo de siempre-le dije a Viki, y ésta me sirvió un yogur helado con sandía, plátano y kiwi.
Miré hacia atrás unos segundos, y me topé con la mirada de mi amiga, dos mesas más atrás.
-Te odio-pude distinguir leyendo sus labios bien perfilados con una media sonrisa
Le saqué la lengua, divertida.
Me terminé mi yogur helado y me levanté hacia la mesa del chico y Ariana.
-¿Nos vamos?- le pregunté a mi amiga.
Ella se levantó y el chico le dio un papelito con so numero.
Nos disponíamos a salir cuando mi hermana me gritó desde el mostrador.
-Charlie,guapa, aquí tienes las llaves de casa, te las habías dejado dentro de casa-
Después de coger las llaves Ariana me llevó al hospital.
-Buenos días ¿Se puede?-pregunté con educación.
Una enfermera le estaba curando las heridas de su espalda y tenía la camisa levantada.
-Hola, mi amor- me dijo cuando me vio.
-Ya termino yo-le dije a la enfermera, y ésta se retiró.
Comencé a curar su espalda ancha y fuerte.
-Bueno, y....¿que te ha pasado?-
-Nada...Estaba trabajando y... me caí- se excusó.
Le lancé una mirada de las que le hacen decir la verdad.
-Un tío...No sé quien es pero...me dijo q no me acercase a tí. Me enfrenté a él, unos tíos aparecieron y me dieron una paliza.
-Rayn...-murmuré.
Rayn era un tío que siempre había ligado conmigo.
Le había dado calabazas millones y trillones de veces pero no se rendía.
-Tenemos que llamar a la policía, mira lo qte ha hecho-señalé a su pierna rota.
Me iba a levantar para llamar cuando Gonzalo me agarró del brazo.
-Por favor, Charlie, no llames. Mi madre viene dentro de una hora, y le voy a poner una excusa. No quiero que sepa lo que me ha pasado. Ya me inventaré algo.-
Y yo me lo callé. Pasaron los meses y Gonzalo se fue recuperando, poco a poco.
Nuestra fama como novios se extendió por todo el insti.
Ariana y yo habíamos hecho muchas amigas, y estábamos muy contentas.
En cambio, Victoria llevaba aquellos meses con la expresión cansada, triste.
Había intentado hablar con ella. Pero no había dado resultado.