-¡RRRRIIIIIINNNGGG!-
Me levanté al escuchar el sonido del despertador.
En mi cabeza canturreaba GRENADE, una canción que doblaba Ariana Grande. que se me había quedado grabada en la cabeza a fuerza detanto escucharla aquella noche.
Me estiré y solté un largo bostezo, mirando así mis zapatillas de conejitos.
Solté una pequeña risita.
Me miré al espejo y pude observar que mi melena morena parecía la de un león después de una pelea, en mi caso, con la almohada.
Agarré un pequeño cepillo de mi tocador y comencé a peinarme con suavidad, lo que dio resultado, pues en dos minutos había conseguido quitarme todos los enredos.
De repente llegó un FLASHBACK a mi cabeza...
Gonzalo rozando mis labios con los suyos, los besos en el cuello, y lo que me dijo después de aquello.
-¡Oh no !- grité- Espero no llegar tarde-
Mi hermana me tiró su almohada y me mandó a callar. Tenía el pelo revuelto al igual que yo, o incluso más. Parecía que aquello venía de familia.
Fui corriendo a vestirme y a lavarme los dientes.
Hoy tocaba gimnasia, y no tendría que llevar aquell incómodo aunque bonito uniforme.
Me hice una coleta como pude bajando las escaleras y cogí mi bolso de cuero . Abrí la puerta y cerré los ojos.
Se inspiraba un aroma a damas de noche, y el sol brillaba mientras que los pájaros canturreaban.
Después, me senté en un banco y comencé a esperar, y a esperar, y a esperar....
Ya estaba harta.
¿Me había dejado tirada?
Solté un bufido y me dirigí a su casa enfadada.
Di unos cuantos golpes en la puerta y me abrió una señora con rostro agradable y ojos azules.
Supuse que sería su madre.
Estaba avergonzada. ¿Qué habría pensado de mí aquella señora, pegando porrazos en su puerta a esas horas y de esa manera?
-Hola, buenos días- saludé educadamente
-Hola, encantada de conocerte.Tú debes ser Charlie, la vecina de enfrente- me dijo con una sonrisa encantadora.
Asentí.
-¿Necesitas algo?- me preguntó con un aire acogedor.
-Bueno... Puesss... Resulta... que Gonzalo me dijo que vendría a recogerme, y...-
-Ayy, pobree. ¿Y has estado ahí esperándolo todo este tiempo?- me preguntó sin dejarme terminar la frase- Pasa, pasa, es que está enfermo con fiebre. Le vendrá bien algo de compañía, aunque solo sean unos minutos.
Me adentré en su casa y nada más girar mi cabeza a la derecha vi a un niño jugando al futbol através de una ventana que daba al jardín.
Me indicó que subiese unas escaleras y que girase a la izquierda.
Silenciosa, entré en su cuarto. No quería hacer demasiado ruido.
-Déjame en paz- me gritó tirándome una almohada.
Aquella mañana me estaban bombardeando con almohadas.
Se giró y me miró recogiendo la almohada de el suelo. Inmediatamente se levantó para ayudarme
-Lo siento...-
-Shhh! Tú metete en la cama- le interrumpí- Tienes fiebre
Se esforzó en no escucharme pero, le lancé una mirada asesina que hizo que se metiese en la cama, rapidamente.
Me senté en su cama y le coloqué la almohada bajo el cuello.
Le toqué la frente. Estaba ardiendo, así que decidí dirigirme al baño para mojar el paño que tenía en la mesita, y después ponérselo en la frente.
Abrí el grifo
- Pensaba que eras...-
-Shh!- le volví a interrumpir, acercándome de nuevo a su cama y colocandole la pequeña toalla.- No pasa nada.
Cerré los ojos, y me acerqué a él, dandonos así por fin, el beso esperado.