CAPÍTULO 17

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Ahora me bombeada la cabeza.  Se supone que no debería tener tantos problemas,  a parte de todos los de matemáticas que tenía que resolver en los trimestrales.

Le puse un mensaje a María.

Chiqui,  me ha surgido algo muy importante y tengo que llegar a mi casa lo antes posible. Te importaría llevar a Gonzalo a su casa?

Besos

Llegué a mi casa y abrí la puerta.

Mi hermana estaba sentada en la mesa de la cocina al lado de su amiga Ana.  Estaban tomando un café tranquilamente y observando el jardín mientras charlaban sobre el nombre que pondría al bebé.

Un bebé en la familia. Mi sobrinito o sobrinita. La verdad es que por una parte me hacía ilusión. 

-Hola- le dije a Victoria y a su amiga.

-Hey-me dijo Viki sonriendo.

Me acerqué a Ana para saludarla.

Era guapísima.  Tenía unos ojazos azules y un pelo rubio precioso.

-Podría hablar contigo.... A solas- murmuré a mi hermana.

-Cariño,  si es sobre el bebé... Ana puede enterarse,  ella siempre me ayuda

Suspiré. Me daba la sensación de que todo el mundo estaba enterado de todo menos yo.

-De acuerdo.  Papá y mamá me han dicho que llegan mañana.

Mi respiración era entrecortada,  y tenía la sensación de que mi corazón se me saldría del pecho.

Victoria estaba atónita,  y os juro que pensé que el bebé saldría disparado de lo nerviosa que estaba.

-¿Qué?!- gritó ella dándole un manotazo al café que estaba sobre la mesa.

-Tranquilízate-dijo Ana intentando calmar un poco a mi hermana.

-Mierda, mierda, mierda... - susurraba ella agarrándose la cabeza con las manos.

-Viki,  en serio,  escúchame - se manifestó Ana.

-No, no, no... -  seguía repitiendo Victoria.

-¡Viki! Mirame- exclamó Ana de nuevo, esta vez sujetando las manos de mi hermana. - Algún día se lo ibas a tener que contar.  Lo entenderán,  y saldréis adelante ¿vale?  Mi hermano Felipe se lo iba a contar hoya mis padres.

Tienes que ser fuerte. No conozco a nadie más sincera que tú.  Te conozco desde que teníamos dos años.

La verdad,  me sentía aliviada de no ser yo la que dijese aquellas palabras.  Yo ya no sabía que decir,  que hacer. Porque no podíamos ser una familia normal.  Sin esta clase de problemas,  que venían uno detrás de otro

DENTRO DE MÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora