CAPÍTULO 1

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Pasé página al terminar de leer un pequeño párrafo que explicaba de forma detallada y compleja la creación de un remedio para una enfermedad que todavía no habría logrado captar muy bien. Los mencionaban, pero los nombres científicos no ayudaban del todo cuando estás aprendiendo algo nuevo. Mi dedo acariciaba las páginas viejas del libro siguiendo mi lectura, con el fin de no perderme ninguna de las complicadas palabras. Me detuve para tomar un pequeño apunte que consideré importante para recordar. 

Por cada página que daba vuelta, por cada palabra que avanzaba en mi lectura, mis ligeras esperanzas de poder practicar este remedio reducían. Exigía mucho esfuerzo, y una cantidad moderada de magia que, para un mago su máximo de consecuencia sería el agotamiento, pero para una slay vega podría resultar un intento mortal.

- Ruth - Llamé a mi familiar con una suave voz para despertarle. Éste levantó la mirada desde el lugar donde estaba descansando en mi cama. -, ¿crees que Elías me de permiso de hacer esto? 

- Ya imaginarás la respuesta - Su voz era algo mañanera, pero directa. -. Elías te está reduciendo las posibilidades de usar magia, y sabes bien por qué, Chise. 

- Lo sé, pero parece ser una medicina que puede servirle a alguien. Realmente - Eché un pequeño vistazo al libro, y seguía con la misma duda. -, no sé para qué puede ser útil, pero no estaría de más.

- Elías puede decirte sí a lo que quieras, pero si es algo que arriesga tu salud... - Se bajó de mi cama de un salto y se acercó al escritorio. -. Sabes que ahora estás delicada. Nos costó trabajo que superaras los 18 años y ahora tenemos que cuidarte para que vivas mucho más.

Acaricié su cabeza cuando se recargó en mis piernas, alborotando sus cabellos negros y ligeramente rizados. Sonreí un poco.

La semana pasada había cumplido 19 años. Llevaba casi cuatro años viviendo bajo el mismo techo que Elías, Ruth y Silky, con la esperanza de que mi vida durase más que el tiempo estimado de un slay vega. Los métodos que aplicó Elías en mí para sobrevivir involucraban amuletos, accesorios que retenían el exceso de magia, hasta llegar a intentos de intercambio de vidas, cosas que de verdad no quisiera recordar por mi bien mental.

Mi cumpleaños fue un festejo importante para mí y para mis conocidos. Habíamos logrado lo que se creía imposible por varios, y ahora nuestro trabajo era hacer que esto durase mucho tiempo más, a pesar de mis secuelas repentinas. Antes de cumplir los 19 años, Angélica me había dicho que mi cuerpo podría haberse vuelto más frágil, por lo que tuviera cuidado. No se podía asegurar aquello al 100%, pero no queríamos arriesgarnos.

Fue una semana en la que estuvimos preocupados porque mis síntomas habían llegado a ser alarmantes y muy casuales. Tenía mareos, dolor de cabeza, falta de apetito o ansias de comer, vómito...  Con ayuda de Silky y los remedios que Elías hacía para mí pudimos calmar los síntomas y sentirme mejor conforme avanzaba la semana. Después de todo, era normal que sucediera aquello. 

- Y viviré diez, veinte... muchos años más, Ruth. No te preocupes por ello.

Escuchamos unos ligeros golpes en la puerta. Al girar hacia mi derecha, presencié al mago que hace cuatro años atrás me había comprado en la subasta que haría que mi vida cambiase por completo; Elías Ainsworth.

Cada vez que le veía, de forma inconsciente, presenciaba su destacable altura y su rostro. Lo primero que ví de él cuando reclamó aquella cantidad exagerada de dinero por mí, fue su rostro peculiar, y el brillo de curiosidad en sus ojos. Había visto a lo largo de mi vida muchísima gente y monstruos con extremidades de más, deformaciones, cuerpos moldeables... Pero había algo en Elías que llamaba mi atención.

Noventa de probabilidad | The Ancient Magus BrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora