CAPÍTULO 16

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Mis piernas se movían al mismo ritmo acelerado de mi corazón. Inhalaba y exhalaba por cada paso que daba, quitándome energías de una manera lenta. No quería parar para poder tomar aire y seguir con mi camino sin un objetivo fijo, pues sabía que Ruth o Elías estarían persiguiéndome. Me habían prohibido el salir de noche cuando la última vez que lo hice surgieron problemas con las Aerials, y también por mi delicado estado de salud. 

Había respetado esa regla por un tiempo, y ahora la estaba rompiendo de la peor forma. 

Mi corazón había sentido algo de empatía por el bebé cuando sentía la aguja acercarse en mi cuello. Había sentido algo que no había experimentado en mucho tiempo. Es una sensación que no puedo describir con palabras. Solamente... me sentía extraña. Pero ya estaba harta. No sabré cuántas noches he llorado por el embarazo. No sabré cuántas pesadillas he tenido sobre el cómo reaccionaría Elías ante mi embarazo y el aborto. No sabré cuánto tiempo he dejado pasar y cuántas sonrisas pude haber obtenido a cambio del dolor que había experimentado con Elías. Mis lágrimas acariciaron una vez más mis mejillas, empapando mi rostro. 

Sentía los pies congelados y el cuerpo entero frío al correr en la nieve en la oscuridad y peligrosidad del inmenso bosque sin tener protección de algún tipo. Tenía en mente buscar a Shannon en el bosque, antes de dejarla regresar al mundo de las hadas. Quería alcanzarla y decirle que inyectase esa medicina extraña y que no se detuviera aunque le gritase. Quería que esto acabase ya.

A los segundos de gritar el nombre de Shannon para buscarle, un muro oscuro y gelatinoso me detuvo repentinamente. Retrocedí un par de pasos por reacción, levanté la mirada y chasqueé la lengua frustrada al saber que Elías se había ocultado en la sombra sin que me diese cuenta una vez más. Las ganas de llorar se intensificaron al ver sus ojos rojos en la capa oscura que formó delante mía.

- ¡Déjame sola, Elías!

Di media vuelta y moví mis piernas, con esperanzas de huir de él. Corrí lo que pude con mis escazas energías, pero Elías logró atraparme por los brazos. De un jalón me libré de su débil agarre, pero no fue suficiente. No se rindió. Me tomó de ambos pies con firmeza, tumbándome. Caí en el suelo por mi costado, y fui jalada hacia él, arrastrándome de espaldas. Quería agarrarme de algo que me pudiese salvar, pero fue inútil. Me había atrapado. 

Cubrió mi cuerpo por unos segundos para dejarme quieta, hasta que dejé de forzar mis brazos a algo que no sucedería y le dejé abrazarme. Su cuerpo se fue formando frente de mí, dejándome arrodillada ante él. Elías estaba en la misma posición, con sus manos en mis hombros. Me soltó y dejó que tomase tiempo para respirar.

- Ya no... - Inhalé y exhalé varias veces. -. Ya no quiero...

- Chise, sólo has reaccionado de esta forma una vez - Se quitó el abrigo y me envolvió en él, con esperanzas de cubrirme y darme calor. -, y fue por algo grave. 

Jalé el abrigo para cubrirme más. No tenía el valor para verle.

- Chise...

Mis ojos dejaron salir unas lágrimas. 

Sentí las manos de Elías en mi rostro, y guardé silencio al momento de que levantó mi mirada para ver sus ojos. No estaba enojado. No estaba triste. Sus ojos me gritaban que estaba preocupado por mí. Tenía miedo de que algo me estuviese pasando. Apreté mis labios.

Ya no podía ocultarlo, ¿verdad?

- Lo siento - Dije.

- No tienes por qué disculparte...

- ¡Claro que tengo que disculparme contigo! Te he ocultado tantas cosas, e hice esa promesa... - Me aferré a mi pecho. - ¡No sé cuántas veces te dije que te quiero teniendo eso en la cabeza!

Noventa de probabilidad | The Ancient Magus BrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora