CAPÍTULO 7

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Triste. El día era muy triste.

El clima en Inglaterra era más frío de costumbre, obligándome a vestir una sudadera y una bufanda que Silky había hecho meses atrás para la llegada del invierno. La chimenea estaba encendida, tenía una taza con té recién preparado en mis manos... pero no era suficiente para calentar mi cuerpo. El Sol no se dejaba ver por la gruesa capa de oscuras nubes que la cubrían, dando un aspecto de vacío al pueblo. El que estuviese cubierto de nieve ocultando toda señal de vida y que tuviese un cielo nublado de fondo no inspiraba mucho a ser feliz. 

- Va a nevar, ¿verdad? - Le pregunté a Silky, antes de tomar un poco de la pequeña bebida que ella me había preparado cuando me vio bajar de las escaleras temblando. Asintió con la cabeza como respuesta. 

La casa se sentía solitaria sin que estuviese Elías en ella. Tuvo que irse por unas horas a Londres con Simón. No quiso contarme su razón, y aunque quería preguntarle por la curiosidad, no estaba en una posición muy sincera para hacerlo. Ya estuve varias veces sola en casa bajo la protección de Silky y Ruth, pero era la primera vez que me sentía tan extraña sin que él estuviese cerca.

La manera en la que me sentía, era similar al día en el que había aceptado participar en la subasta para ser vendida; vacía, sola e inútil. Con leves esperanzas de que algo bueno sucediese en ese día.

Estaba sentada en el sofá, cerca de la chimenea. Tenía las piernas cruzadas y la mirada enfocada en la taza, viendo el débil reflejo de mis ojos en el té. Jugué un poco con mis dedos cuando éstos se tocaron rodeando la taza, resistiendo las ganas de llorar que habían surgido de forma repentina. Había pasado solo un día desde que Shannon me había contado la noticia de mi embarazo, mi suerte con ello y de que Elías me hiciera prometer el que no le iba a ocultar nada a partir desde ese momento para poder protegerme. Ambos sucesos pasaron en momentos cercanos, y me estaban destruyendo emocionalmente, y parecía que ninguna de ellas iría a mejorar si no tomaba cartas en el asunto. O al menos, que le contase a alguien.

Shannon me compartió dos opciones con respecto a mi embarazo, y me pidió que lo pensara bien, porque sería una decisión importante. Y para mi sorpresa, la había tomado en mi insomnio, cuando pensé las cosas por mucho, mucho tiempo. 

- Ruth - Dije, cuando le escuché acercarse. -. ¿Tienes tiempo para hablar?

- Presentí que necesitabas un poco de apoyo. Usualmente estás estudiando a estas horas - Se sentó a mi lado, mirando el fuego del horno. -, y es la primera vez que te veo de esta manera.

- ¿Tan perdida? - Le miré, y sonreí cuando suspiró. - Bueno, de repente perdí mi rumbo por varias razones. Eres mi familiar, y sabes todo de mí - Asintió. -, así que deberías saber mi situación... - Toqué mi estómago.

- Tu embarazo, ¿verdad?

Cruzamos miradas cuando pronunció «embarazo». Ruth parecía curioso en saber qué es lo que le contaría sobre ello, porque fue al primero que le había compartido la inquietante noticia en la madrugada, esperando que el insomnio pudiese irse junto con mi miedo a mi futuro peligroso.

Dejé la taza en el suelo y abracé mis rodillas. Ambos volvimos a ver el fuego de la chimenea, escuchando los crujidos y chasquidos de la madera al quemarse.

- Ayer, Shannon me contó eso, junto con una probabilidad - Apreté los puños al recordar las palabras de mi doctora. -. Tengo un 90% de morir si llegase a dar a luz al bebé - Ruth seguía viendo al frente. No hacía movimientos u opiniones sobre la noticia. Lo único que tenía para presenciar de él era sus reacciones. Tenía una mirada amenazante, triste y decepcionada. -. Y antes de que se fuera me dio dos opciones sobre el embarazo.

Noventa de probabilidad | The Ancient Magus BrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora