CAPÍTULO 21

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- ¡Mmh! ¡E-Elías! - Arqueé un poco mi espalda y busqué desesperadamente las muñecas de Elías para tomarlas con fuerza. Después procedí a jalar las sábanas una vez más y contraer mi cuerpo por la oleada de placer que había sentido en un instante. 

He quedado nuevamente a merced de Elías en la cama. Mi cuerpo entero estaba a su poder, y es algo que no me disgusta. Estábamos en la más clásica posición de las relaciones, porque es la más segura para mi embarazo tan complicado, es la forma en la que ambos sentimos más placer y además, en nuestra primera vez yo tuve todo el control en su cuerpo y del acto, y él merecía poder usar el mío de la manera que más le gustase. Era suya, en todos los aspectos posibles. 

Sentía el cómo su gran miembro se deslizaba dentro de mí de una forma ansiosa, pero tranquila, golpeando mi interior y estremeciendo mi cuerpo. Mi mente estaba en blanco, y solo podía pensar en Elías; en mi esposo. Mordí mis labios para ahogar un par de gemidos, y jadeé cuando sentí que Elías quería aumentar un poco la velocidad. 

Cerré los ojos y dejé caer mi cabeza hacia atrás cuando sentí su lengua acariciar mi cuello. En su forma humana había aprendido que el tocar mi piel con su boca y lengua causaba que perdiera mis sentidos. En su forma original no podía besarme, ni dejarme chupetones repartidos por doquier en mi piel. Las únicas marcas que podía hacerme eran mordidas que dibujaba en mis hombros. En un pasado lo había hecho para marcar que era de su territorio. Una manera muy peculiar. Dolía cuando mordía mi hombro o una parte de mi brazo, hasta sentía que podía arrancarme la piel si pusiera un poco más de fuerza, pero el placer de sus caricias y su miembro erecto dentro predominaban, haciendo que sus mordidas fuesen algo mínimo. Trazó un camino con su lengua desde mi clavícula hasta mi barbilla para poder jugar con mis labios y lengua, dejando un rastro húmedo.

Habían pasado meses desde la última vez que habíamos tenido un contacto tan íntimo entre los dos, a pesar de haber dormido en la misma cama desde que Elías se enteró de mi embarazo. No había tenido un impulso tan grande de tenerlo de esta manera hasta que le tuve a centímetros de distancia en el mismo lugar donde nuestra nueva historia comenzó. Apreté los dientes y abracé a Elías, rodeando su cuello. Sus gruñidos y los jadeos que hacía por el esfuerzo eran música para mis oídos. Una parte de mí se alegraba del poder ser, de una manera oficial, la única mujer que podría escucharle de esta manera.

Shannon tuvo razón con que el embarazo causaba que mi cuerpo estuviese más sensible al momento de tener relaciones. Con el más mínimo roce que Elías hacía con mis piernas, temblaba. Era la tercera vez que hacíamos esta actividad tan lujuriosa juntos, y de poco a poco perdía el pudor ante él. Ya no me daba pena poder acariciar su cuerpo, o dejar que él me desvistiera, admirando cada parte de él como si fuese una pieza de arte. En vez de ocultarme a sus ojos, quería sentirle de todas las formas posibles. 

Apreté los puños, y sentí el cómo el tibio metal de mis anillos se movían un poco por el roce de mis dedos. Abrí los ojos con ello, y miré la mano izquierda de Elías. Sonreí cuando observé su anillo. Elías hizo una embestida algo ruda sin avisar, causando un grito combinado con un gemido de mi parte. Me hizo callar con su lengua, jugando con la mía. Rasguñé su espalda de respuesta por milésima vez. ¿Se regenerará rápido, o dejará que las marcas se queden grabadas en su espalda?

Elías se alejó un poco para poder mirarme. Exhalé cuando terminamos aquel baile con nuestras lenguas para poder respirar. 

- Chise... - Su voz era muy profunda e intensa, y a la vez cansada. Hicimos contacto visual, y traté de sonreírle.  

- Puedes hacerlo - Dije, resistiendo las ganas de gritar. -. Termina dentro, Elías.

Elías se agachó un poco, y junté mi pecho con el suyo. Realmente ninguno de los dos podía resistir mucho más tiempo. Obedeció a mis palabras a los segundos, y le acompañé en ese acto. Sentí el cómo Elías se aferró a la cama al instante. Mis piernas se tensaron al sentir el cómo llenaba mi interior y mi cuerpo entero tuvo una sensación electrizante que recorría mi espalda, arqueándola. Como era costumbre, nos quedamos por unos segundos en esa misma posición. Bajé mi mano para sentir lo que estaba sucediendo en mi feminidad, y separé mis dedos para ver el líquido espeso que Elías había dejado en ella.  

Noventa de probabilidad | The Ancient Magus BrideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora