El bosque era helado, intimidante y oscuro, iluminado con la tenue luz que emanaba la luna a las veintiún horas en Inglaterra. Por las copas de los árboles, a pesar de estar en invierno, eran frondosas, permitiendo un acceso limitado de la iluminación natural. La forma en la que el bosque brillaba por el llamativo y hermoso rastro que dejaban las Aerials era sensacional, dando una vista única de ello. Pero no podía presenciarlas como lo había hecho en un pasado, aunque quisiera. Estaba sentada en el lomo de Ruth cabizbaja, quien caminaba junto con Alice de regreso a casa, con una Shannon probablemente esperándonos en casa.
Si queríamos que Shannon llegase a casa -como siempre hace- para poder atenderme, tenía que llamarle con tiempo con una carta mágica, pues a Elías siempre le ha disgustado el que interactuase mucho con el mundo de las hadas, que es característico por criticar y ridiculizar a Elías, pero no había de otra cuando se trataba de atender mi salud y mis niveles de magia al momento de ser urgentes. Preferíamos que me atendiese en casa, que pasar otros meses fuera de ella.
Esta vez, desobedeciendo las órdenes de Elías, hice un esfuerzo para enviarle una carta a Shannon y que llegase lo más rápido posible, cosa que cobró gran parte de mis energías.
Le había prometido a Elías que no iba a ocultarle nada. Nos habíamos prometido que ninguno de nosotros dos se ocultaría algo, aunque fuese una situación que le costase la vida al otro. Me dolía el hecho de que Shannon llegase a casa y le preguntara a Elías si sabía mi paradero sin haberle podido avisar primero. Y también haber usado magia sin haberle consultado.
Mi cuerpo entero me dolía por el uso repentino de magia y por mi débil y mediocre estado de salud, pero mi corazón dolía. Dolía por esa pequeña traición que le hacía a Elías. A una persona que tiene toda su confianza depositada en mí.
- Tranquila, no podemos considerarlo como traición si fue una emergencia. - Las palabras de Ruth me tomaron de sorpresa. Levanté la mirada para intentar verle, pero mi vista era mi familiar caminando, dejando huellas caninas en la gruesa capa de nieve.
Alice se me acercó un poco.
- ¿Preocupada por lo que piense Elías? - Alice acarició mi cabeza, cuidando de no deshacer mi coleta.
- Algo así. No quiero preocuparle de más. Ya tiene suficiente con verme así todos los días, y que llegue Shannon sin avisar...
Volteó al cielo.
- Chise, puede llegar medio universo a la casa de Elías, y ninguno de ellos le habrá avisado antes. Cielos, llevas viviendo cuatro años con él, ¿y todavía no lo habías notado?
- Pero...
- Te preocupas mucho, Chise - Me dio unas palmaditas en la espalda. -. Deberías relajarte. Y es algo que una medicina o un té no va a lograr como con todas tus molestias. Empieza por aclarar todas tus dudas con Elías.
Visualizamos Ruth y yo nuestro hogar desde lejos, y Alice se detuvo en un árbol. Ruth hizo lo mismo, y giré para verle. Normalmente nos seguiría hasta la puerta o en un punto más cercano, pero esta vez lo hizo a la mitad del bosque.
- ¿Alice?
- Me detendré aquí. Es mejor que regrese a casa antes de que Renfred se dé cuenta de que me escapé para cuidarte.
Se acercó para rodear mi cuerpo con sus brazos. Tenía ganas de corresponderle el abrazo, pero mis brazos no respondían mis llamados. Parecía que Alice estuviera abrazando un cadáver. Un cadáver que se resiste a dejar de respirar.
- Cuídate, Chise.
Nos alejamos unos pasos y escuché a Alice retirarse del bosque usando su hechicería. Parecía ser algo insignificante, pero quería ver el por qué esta vez no quiso acercarse a la casa de Elías. Sé que son ''rivales'', pero no hasta el punto de repudiarse que si pisan la casa del otro se sientan contaminados. Apreté mis labios. No estarán ocultándome otra cosa, ¿o sí?
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Noventa de probabilidad | The Ancient Magus Bride
FanfictionTres años después de haber sido subastada y adquirida por un antiguo mago inglés, Hatori Chise ha aprendido a controlar la magia omnipotente que fluye en cuerpo, mientras ha solidado su relación marital con Elías Ainsworth. Teniendo 19 años milagros...