—Es...es muy cara...
La polera tenía un precio demasiado alto. Christopher abrió la boca en forma de "o" y puso una mano en el hombro de Erick.
—Me temo que no podrás comprarla...—murmuró el ecuatoriano con una mueca.
—Ash...como siempre yo cagandola, ahora, estará enojado conmigo para siempre...—dijo el cubano bajando la mirada.
—Tranquilo...solo pídele perdón, se sincero...o comprale otra cosa...de seguro lo entenderá.
El menor asintió soltando un suspiro y salió de la tienda con el mayor.
—¡Animate!—sonrió Christopher—no es el fin del mundo...se que él no se enojaría contigo por algo así.
Erick aplanó los labios.
—No lo conoces bien...
El ecuatoriano sonrió.
—Claro, por eso estoy aquí, para conocerlos mejor y ayudarlos por el camino del bien—habló en su mente.
***
—Hasta que al fin llegas, frentón—rió Zabdiel apoyado en la pared de un callejón con los brazos cruzados.
Christopher bajó el aleteo de sus alas y aterrizó a su lado.
—¿Has pensado donde nos quedaremos? No podemos volver a nuestro mundo, sería muy sospechoso—dijo el ecuatoriano con una ceja levantada.
El puertorriqueño soltó una carcajada y le enseñó unas llaves.
—Viviremos en un departamento, los dos—sonrió el mayor maliciosamente.
El menor desvió la mirada sonrojado y negó.
—Pues, ¿que estamos esperando? ¡a nuestro nuevo hogar!—dijo el ángel intentando cambiar de tema y comenzó a volar.
El demonio empezó a seguirlo hasta llegar a su lado y se fueron volando juntos.
El vuelo fue rápido. Aterrizaron en un pequeño callejón...los callejones eran algo seguros para ángeles y demonios (siempre y cuando no haya ninguna persona a su alrededor que los observe), podían transformarse de forma segura.
Caminaron fuera de este y Zabdiel guió a Christopher hacia el departamento.
—¿¡Último piso!?—exclamó el ecuatoriano asustado al no ver más escaleras. Cuando era humano le tenía miedo a las alturas. Cuando era un ángel no había ningún problema, pero los humanos son algo débiles y no tienen poderes.
—¡Claro! ¡El paisaje es hermoso a esta altura!—rió el puertorriqueño abriendo una gran puerta.
Entraron. El lugar era limpio y agradable. El menor entró con una tierna sonrisa, observando cada detalle de la casa. Había una pequeña mesa para 2, un sillón con una gran televisión, una mini cocina, un baño y una habitación.
Entró a la habitación y habían 2 camas en esta. Sonrió y salió, encontrándose al mayor dejando las llaves sobre la mesa.
—Es...¡Perfecta!—gritó el ángel de alegría tirándose al sillón.
—Tsss yo diría más que perfecta, muy acogedora en el realidad—sonrió el demonio—y creo que es momento de traer nuestras cosas.
Christopher asintió y chasqueo sus dedos, trasladando todo lo posible desde su mundo hacia el pequeño departamento. Zabdiel hizo lo mismo y entre tanto arreglo, tuvieron algunas discusiones con las decoraciones.
—¡La lámpara debe ser rosada! ¡Es más tierno!—gritó el menor tocando la lámpara haciéndola cambiar a un color rosa.
—¡Negra es mejor! ¡El color rosado es para niñas!—gruñó el mayor tocando la lámpara cambiándola a color negro.
—¡Esta bien! Tu eliges el color y diseño de las cortinas del baño, pero deja la lámpara rosa, ¿bien?
El ángel sonrió inocentemente y el demonio rodó los ojos.
—Bien.
Christopher saltó de alegría y siguió con otros arreglos. Zabdiel observó la lámpara rosada y chasqueo los dedos, haciendo que esta tuviera puntos negros. Sonrió satisfecho.
La puerta sonó. Habían dados cuatro golpes en esta.
—¡Ve a abrir tu!—gritó el puertorriqueño. El ecuatoriano no respondió. Se acercó a la puerta de mala gana y abrió, encontrándose con una chica ya mayor de edad, que traía una canasta en sus manos.
—¡Bienvenidos! Soy Gwen Garcia, su vecina. Nunca los e visto por aquí, son nuevos, ¿no?—exclamó la chica sonriendo.
El ángel, al escuchar la voz de una mujer, se puso alerta y corrió hacia la puerta, ubicándose al lado del demonio, quien la miraba mordiéndose los labios.
—¡Un gusto!—interrumpió Christopher mientras sonreía falsamente—mi nombre es Christopher y este es Zabdiel. Gracias por tu detalle, pero estamos ocupados en estos momentos, ordenando nuestro nuevo hogar.
—¡Oh!—sonrió aún más Gwen mientras le entregaba la canasta a Zabdiel—¿Podría ayudarlos?
El puertorriqueño iba a hablar pero el ecuatoriano volvió a interrumpir.
—No no no, gracias, pero, son nuestras cosas...ya sabes je, cosas de chicos. Pero muchas gracias por tu visita, ¡vuelve pronto!
El menor cerró la puerta fuertemente y se alejó. El mayor, asombrado por lo ocurrido, dejó la canasta en la mesita y se hecho a reír a carcajadas.
—¿Qué fue eso?—preguntó con una ceja levantada intentando no reír más.
—¿Eso? Por favor Zabdiel, estamos muy ocupados como para que llegue una chica y nos interrumpa.
El ángel, sintió un debe dolor en su pecho y cayó al piso de rodillas, tocando la zona del dolor con lágrimas en los ojos. Había cometido algo malo...los celos y la hipocresía no era un buen acto, y menos proveniente de un ángel.
—¿Estas bien?—preguntó el demonio con el ceño fruncido.
—Si...estoy bien—se levantó del piso sin despegar la mano de su pecho—mejor terminemos de ordenar mañana...ya es momento de dormir...
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Love In Heaven Or Hell ||•Joerick y Chrisdiel•||
FanfictionZabdiel y Christopher tienen el rol de cuidar a dos humanos, Erick y Joel. El ángel y demonio llevaban una historia amorosa en el pasado, y ahora es muy difícil seguir con esa historia, mientras que los humanos llevaban enamorados hace algún tiempo...
