•15•

430 56 2
                                        

Christopher recorrió todo el colegio. Fue al baño, volvió a la cafetería, recorrió salón por salón y nada. Se apoyó en la pared, cansado, intentando controlar su respiración.

—M-mierda...debí volar, hubiese sido más fácil y menos agotador encontrarlo...—murmuró el ecuatoriano para si mismo.

El menor comenzó a caminar directo al patio del colegio, y ahí estaba Zabdiel, sentado bajo un árbol, abrazando sus piernas y cubriendo su cabeza en ellas. Había abandonado su forma humana, ahora era un diablo, ningún humano lo podía ver.

El ángel se acercó a pasos lentos, hasta llegar a su lado. Se sentó al frente de él y cruzó sus piernas como indio.

—Hey...—dijo Christopher en un tono suave.

El puertorriqueño levantó la mirada. Sus ojos estaban rojos y tenía lágrimas en sus mejillas. El ecuatoriano miró su rostro con tristeza, y se acercó un poco más.
—Zabdiel...¿que p-...?

El mayor tomó rápidamente sus manos y lo tiró al pasto. Puso sus piernas alrededor del cuerpo del chico y forcejeó con sus manos. Acercó un poco su cara y sus ojos ahora demostraban furia. El menor quedó exhausto.

—¡Deja de llamarme así Bryant!—gritó—, ¡basta! ¡Mi verdadero nombre es Jesús!

Los ojos de Christopher se inundaron de lágrimas. Las mejillas de Zabdiel volvieron a mojarse. Dejaron de forcejear con las manos, y esta ves las entrelazaron, sintiendo una pequeña corriente en estas.

—Y-yo...¡mierda!, ¡debí haber evitado aquel momento! ¡no fui lo suficientemente fuerte como para salvarte! ¡de seguro en este momento hubiésemos estados tranquilos, felices, enamorados! ¡soy un estúpido Bryant, de seguro me odias en este momento! ¡perdoname!

El puertorriqueño se apoyó en el pecho del chico y comenzó a soltar grandes sollozos. El ecuatoriano mordía su labio intentando retenerlos. Sus lágrimas eran abundantes...

—J-jesús—sonrió el menor—¡te perdono! ¡Diablos Jesús! ¡Cruzaría el infierno para encontrarte!, ¡sin embargo estas aquí! No...¡Estamos aquí!, ¡Juntos! ¡Estamos destinados a estar juntos por siempre!

El mayor levantó un poco la cabeza, mirando los bellos ojos miel del chico. Christopher se levantó con cuidado para luego quedar sentado, y con una mano secó las lágrimas del demonio. Zabdiel aprovechó y apoyó su mejilla sobre la mano del ángel, sin despegar la mirada de sus ojos cristalinos.

—Bryant...aunque me perdones, siempre seguiré sintiendo culpa en el fondo...

—¡No deberías! Agradece que seguimos juntos, y eso nadie lo va a cambiar. Lo del pasado fue un accidente...Siempre te perdonaré, y no me cansaré de repetirtelo.

Los dos chicos juntaron sus frentes, cerrando los ojos con algunas pequeñas lágrimas.

El puertorriqueño abrió los ojos lentamente y miró los labios del chico. El ecuatoriano tragó saliva nervioso al sentir que lo observaba, e intento alejarse, pero el mayor fue más rápido y tomó sus mejillas, y se aproximó a sus labios.

Al principio los rozó suavemente, Christopher abrió los ojos y le dio una mirada nerviosa. Zabdiel apegó más sus labios, formando por fin un beso. Cerraron los ojos mientras disfrutaban el maravilloso momento. Sus corazones latían rápidamente, y sus pechos ardían, pero el amor era más fuerte que el dolor. El ángel al principio fue un poco torpe, pero después se fue acostumbrando a los suaves labios del demonio, siguiendo su ritmo. Habían esperado este momento con ansias...nunca se habían atrevido a probar los labios del otro, siempre eran besos en cualquier parte de la cara, menos en la boca, pero al fin ocurrió.

Estaba mal lo que hacían, muy mal. Pero se amaban demasiado y ya era mucho esperar este maravilloso momento.

—¡Christopher! Al fin te encuentro.

Los dos jóvenes se separaron del beso, y Christopher se hizo el tonto y comenzó a toser. Erick estaba al frente suyo, con una sonrisa de oreja a oreja. Zabdiel rodó los ojos...el chico había cagado el momento, pero por suerte no pudo ver lo que paso, estaba en su forma demonio.

—Wow, ¿que te pasó? ¡estas demasiado rojo! ¿tienes fiebre?—preguntó el cubano en un tono preocupado.

El ecuatoriano soltó una risa nerviosa.

—N-no...es que, hace demasiado calor...

—Ahh, y como estabas buscando a Zabdiel, de seguro te cansaste, ¿no?

El mayor asintió con una sonrisa.
—En el camino me cuentas donde se metió el chico...¡ahora tengo que contarte algo súper emocionante! ¡Te lo cuento camino al salón!

El menor ya había comenzado a caminar mientras el ángel se levantaba. Iba a alejarse, pero el demonio tomó su mano, y le dio una mirada de suplica para que de quedara. El ecuatoriano negó lentamente y el puertorriqueño fue aflojando el agarre, dejando libre a Christopher.

Ese beso daría un gran cambio.

Love In Heaven Or Hell ||•Joerick y Chrisdiel•||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora