Love In Heaven Or Hell ||•Joerick y Chrisdiel•||

•3•

Zabdiel y Christopher cambiaron rápidamente las memorias de los profesores y ingresaron sus datos a la escuela. Estar en el mundo humano era difícil, y no solo por el hecho de vivir hay, también era porque tenían que tener cuidado de que los descubrieran y cambiar la memoria de algunas personas. Aunque tampoco era bueno cambiar memorias a cada rato, traía consecuencias.

La única ventaja de los chicos es que por suerte, era el primer día de clases, así que salían temprano.

El ecuatoriano se encontraba caminando por los pasillos con el cubano. Erick iba directo hacia su casillero mientras tomaba una malteada con Christopher, y en un descuido, choca con el pecho de alguien, estampando todo el líquido en su polera.

Cerró los ojos con fuerza maldiciendose, y el mayor se dio cuenta de eso. El menor levantó la mirada chocando con unos bellos ojos color café.

—P-perdón—dijo Erick sonrojado por la vergüenza.

—No te preocupes—dijo Joel amablamente. Los lindos ojos del cubano y su suave voz llamaron rápidamente su atención—los accidentes ocurren.

—Pero Joel...¡esa polera era nueva!— interfirió el puertorriqueño.

Zabdiel chasqueo los dedos a escondidas y el mexicano cerró los ojos con fuerza. Su mente cambió rápidamente, y ahora tenía una nueva memoria de que esa camisa era nueva.

—Tiene razón...¡Es nueva!—habló Joel con enojó.

Christopher se dio cuenta de la trampa que había hecho Zabdiel. Manipular las mentes humanas para obtener ventaja va contra las reglas.

—Ya se disculpó una ves—habló el ecuatoriano— y en realidad, lo siente mucho. Esta tarde iremos al centro comercial, así que si quieres, podemos ir a comprar una nueva camisa.

Lavarla era una opción, pero que salga una gran mancha de chocolate era difícil.

—¿En serio?

—C-claro.

Joel asintió en un suspiro y se alejó sin decir ninguna palabra.

—Estúpido niño— rió el puertorriqueño.

—Ya dejalo Zabdiel—gruño Christopher.

—Espera...¿ustedes se conocen?— preguntó Erick con curiosidad.

Zabdiel solo volvió a reír y siguió a Joel.

—Si, nos conocemos...del pasado—dijo el ecuatoriano caminando en dirección contraria.

El cubano lo siguió y tocó su hombro.

—Hey...¿estas bien?—preguntó el menor con una mueca.

—¡Claro! ¿Por qué no e de estarlo?—sonrió el mayor—por cierto...te dejaran ir al centro comercial, ¿no?

—Primero tendré que consultarlo con mi madre—rió Erick— pero supongo que si.