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Después de pizzas, pizzas y más pizzas, Joel decidió ir a dejar a Erick a su casa en la bicicleta, el cubano se negó varias veces, pero como el mexicano insistía mucho terminó accediendo. Ahora los dos jóvenes se encontraban en la bicicleta, el menor atrás, enredando sus manos en la cintura del otro chico, mientras que el mayor manejaba, sintiendo la serena respiración del pequeño vagar por su cuello.

—¿Ves que es muy lejos? Pude haber tomado el autobús...—dijo Erick soltando un bostezo.

Joel soltó una risa.

—La otra ves también te acompañe a tu casa en autobús, y me vine tranquilamente caminando desde tu hogar hasta el mío...

El cubano abrió los ojos ampliamente, sorprendido.

—Además—agregó el mexicano—andar en bicicleta es un buen ejercicio, ¿no?

—Supongo, pero también de forma moderada...

—Lo se...

El cubano miró atentamente la linda luna llena. La noche era fría, y miles de estrellas adornaban el oscuro cielo. Los dos jóvenes eran los únicos que se encontraban a esas horas en la calle, pedaleando por la calle serenamente, sin el peligro de los autos.

—¿Tienes hermanos?—preguntó el mayor intentando romper el silencio.

—Tengo una hermana—respondió el menor—se llama Yanelis, tiene un lindo hijito llamado Thiago y su pareja se llama Carlos, aunque ya casi nunca la veo...pero me alegra que sea feliz.

—Que bueno—rió—mis hermanos están todos solteros...aún no se han enamorado, ni piensan tener algo serio con alguien, pero se que algún día lo harán.

Erick asintió, y después de unos segundos, con nervios dijo:

—¿A-alguna ves te has e-enamorado, Pimentel?

Joel sonrió aunque el otro chico no podía notarlo, y se quedó en silencio por un buen rato.

—Enamorarse es una palabra muy fuerte...pero creo que en estos momentos si, estoy enamorado...

Y el mexicano sintió como el corazón del cubano latía rápidamente contra su espalda, y eso hizo que su sonrisa se ampliara aún más.

El menor volvió a mirar el cielo con las mejillas rojas por la vergüenza, y se dio cuenta de que una estrella fugaz pasó con velocidad por el cielo.

—¡Una estrella fugaz!—sonrió el menor con los ojos iluminados.

—Pensé que no la habías visto...vamos, pide un deseo—dijo el mayor.

Erick cerró los ojos y con una sonrisa, pidió su deseo mientras que Joel hacía lo mismo.

Lo que no sabían, era que los dos habían pedido el mismo deseo.

***

—Gracias por venir a dejarme a casa...pero en serio, no debiste molestarte...—sonrió el cubano en la entrada de su casa.

El mexicano le devolvió la sonrisa y negó varias veces.

—No es molestia Er...como te dije, amo hacer favores, y ya te estoy haciendo uno...

El menor asintió y desvió la mirada nerviosamente mientras que el mayor rascaba su nuca nerviosamente.

—Pues...—dijo Erick—tengo que entrar...

—Bien—dijo Joel con una sonrisa—cuídate, nos vemos mañana...

El cubano le devolvió la sonrisa, y antes de que pudiera meter la llave en la puerta, el mexicano pronunció su nombre, haciendo que el menor voltee.

Love In Heaven Or Hell ||•Joerick y Chrisdiel•||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora