Love In Heaven Or Hell ||•Joerick y Chrisdiel•||

•22•

—¿Y? ¿ya hiciste las pases con Erick?

Joel pateó la pierna de su hermano por debajo de la mesa mientras se ruborizaba.

—¿Erick?—sonrió Israel con una ceja levantada.

—De seguro a de ser algún amigo...—dijo Emanuel mientras comía, pero hubo un silencio incómodo por varios segundos—¿Sucede algo?—preguntó con la boca llena.

—Creo que no entendiste—dijo entre risas Gabriel.

—Gabo, no es necesario hablar de ese tema ahora...

—Ándale—sonrió Emanuel—yo quiero saber.

—Yo más—apoyó Israel.

—Bueno—dijo Gabriel victorioso—Joel se nos ha enamorando, y no de una chica...sino de un hombre, y bueno, ya lo nombre...Erick.

Los otros dos hermanos Pimentel se miraron asombrados mientras Joel lo único que quería era que la Tierra lo tragara: estaba muerto de vergüenza mientras tenía la mirada fija en su cena, sosteniendo el tenedor tembloroso mientras jugaba con la comida para luego, ponerse más rojo que un tomate.

—¿En serio?—sonrió Emanuel—-felicidades, Joey...tienes que dar el siguiente paso.

—Ema tiene toda la razón...También tendrías que invitarlo algún día a almorzar, quiero conocer a mi cuñado—sonrió Israel.

—Cuando seamos novios, obvio—dijo Joel en un susurro.

—¡Claro que si! Erick tiene unos ojos encantadores y es muy alegre, de seguro les caerá bien—exclamó Gabriel con alegría.

—Por cierto, ¿quién es el que da y el que recibe?—sonrió Emanuel mientras levantaba y baja las cejas rápidamente.

—¡Emanuel!—gritó Joel mientras se tapaba la cara con sus manos.

—¡Apostamos 5000 pesos a que Joey es el pasivo! No hay nadie más diva que mi hermano—dijo Israel con una sonrisa desafiante.

—¡No puedes apostar sin conocer a Erick! ¡Pero yo también apuesto 5000, pero Erick es pasivo! Mi hermano puede ser diva, pero no pasiva—dijo Gabriel levantando los brazos.

—Versátiles, pero no apuesto nada—dijo Emanuel entre risas.

—Chicos...

Joel sonrió tranquilamente, algo avergonzado...al menos sus hermanos lo entienden y aceptaron su decisión, ahora sólo falta su madre.

***

—Muchas gracias por dejarme dormir aquí, señora Daysi—sonrió Christopher mientras llevaba una taza de café a sus labios.

—No es nada, cariño...—sonrió Daysi—es un gusto que estés cenando en nuestra mesa...y es un gusto que conozcas a la hermana de Erick.

—Pareces un buen chico—sonrió Yanelis—que suerte la de Erick de tener un amigo como tú.

—Le diste al blanco, hermana—rió Erick—bueno, ya acabo de terminar y por lo que veo Chris también, así que le arreglaré mi sacó de dormir para que descanse.

—bueno—dijo su madre—si se van a quedar despiertos, que no sea tan tarde.

Los dos jóvenes asintieron y fueron a dejar sus platos en la cocina. Subieron las escaleras entre risas hasta que el ecuatoriano recordó cuando iba directo a su departamento y vio aquel desagradable y doloroso momento. Se quedó parado por unos segundos con la mirada baja y los ojos brillantes hasta que el cubano dejó de reír y volteó a verlo.