Capítulo: 2.

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Me desperté temprano, con algo de flojera pues era sábado y el cuerpo lo sabia.
Por fin trabajaría, con mucho cuidado me arreglé y tomé mi bolsa.

—a dónde vas Kasandra, ya te mandas sola—dijo mi mamá con la mano en la cintura y levantando la ceja en señal de que le diera una respuesta.

—voy con Erik a un paseo que me invito con su familia— respondí con algo de nervios.

—mm está bien lléva las llaves de casa por favor Kasandra, no estaré aquí hasta el lunes, tengo un viaje de trabajo—respondió algo cabizbaja.

después me dio un abrazo fuerte de eso que te cortan la respiración por unos segundos, sentí una felicidad que no cabía dentro de mi, desde hace mucho que no nos dábamos un abrazo, al menos que fuese mi cumpleaños, pero para una despedida jamás.

—nos vemos mamá, cuidate mucho, te quiero— finalice con un beso en la mejilla.

Salí de la casa, ahí estaba Erik, esperando pacientemente a que por alguna razón saliese de casa.

—Qué haces tú aquí?— dije de mala gana o mas bien dicho fingiendo.

—nada Kasandra, la calle es libre señorita, vamos a trabajar así que sube al coche— señaló su carro.

—vamos me huele a manada, corrección es voy a trabajar, y vámonos que se me hace tarde, y no quiero llegar tarde, sabes perfectamente que odio llegar impuntual a un lugar.

—lo que ordene la patrona— finalizó en medio de risas.

Mientras él conducía yo miraba el paisaje, puse algo de música para relajarme solo eso faltaba.

Mientras, me miraba estas vacaciones en la playa y broncearme hasta obtener ese tono bronceado que siempre había soñado.

Llegué por fin a mi trabajo, estaba muy nerviosa ya que era mi primer día de trabajo.

—nos vemos cachetes de albóndiga, pasaré por ti— dijo Erik soltando una carcajada.

—no me digas así, ajá más te vale por qué si no ya lo verás—  finalicé para darle un beso en la mejilla.

Salí corriendo de su carro ya que solo faltaba poco para la hora en la que había acordado.

Era una pequeña empresa en la cual trabajaría como modelo y dando publicidad a la empresa.

Me presentaron cada una de las personas las cuales trabajaban ahí al igual que dimos un pequeño paseo por la empresa.

El dueño era un hombre de edad avanzada, era un hombre noble pero también demasiado estricto y reservado.

—platique un poco de usted señorita Kasandra—dijo con voz firme.

—no me gusta hablar de mi vida con nadie— respondí algo cortante.

—bueno está bien—contestó haciendo una pausa.

—comenzamos con la sesión de fotos mañana para que te prepares, la estilista estará aquí para arreglarte, la hora es la misma que la de hoy, si te desempeñas mucho y quedo satisfecho con tu trabajo tendrás una buena recompensa de eso no lo dudes.
Por lo pronto te daré un adelanto, gracias y que descanses—finalizó

Me entregó una cantidad de dinero en efectivo.

Me retire satisfecha con mi trabajo, mientras caminaba algo pensativa en que aria con el dinero y en que lo gastaría, tanto que se me olvido por completo hablarle a Erik.
Llegué a mi casa completamente en otro asunto dentro de mi. En ese justo momento llega mi mejor amiga Adriana.

—vamos a comer tengo mucha hambre yo voy a invitar—dijo algo agitada de haber corrido.

—está bien—finalice para dirigirnos al restaurante.

Al llegar a aquel restaurante que se había convertido en nuestro lugar favorito para comer pero también para platicar de diferentes temas.

Adriana era una persona decidida, alegre que cualquier chico se fijaría en ella.
Tenia una cintura que cualquier chica quisiera tener, tenia unas curvas envidiables, su cabello largo y rubio al natural, en pocas palabras era hermosa que cualquier hombre se sacaría la lotería con mi mejor amiga.

Aunque había un secreto en ella que aún no sabia, siempre me lo decía, una vez estaba a punto de confesarme ese famoso secreto pero fue interrumpido por el ocurrente de Erik.

—y como vas con Erik?— dijo interrumpiendo mis pensamientos.

—bien, me trajo a mi nuevo trabajo sabes aveces quisiera dejar todo pero no puedo— dije sin pensarlo.

—a que te refieres Kasandra, nunca has pensado en dejar tu vicio—respondió Adriana algo confundida.

—no, no puedo sabes, aveces siento unas ganas inmensas de hablar con mi papá, me duelen sus palabras cuando me compara con algo que no soy eso me pone algo melancólica—conteste cabizbaja.

—por qué no haces lo posible por llevarte bien con tu mamá, ella te apoya en todo momento en cambio tu padre prefiere a tu hermana y tú no tienes por que sentirte de esa manera—finalizó para darme un abrazo fuerte.

—tienes razón y lo intentare nuevamente—finalice para responder su abrazo.

Estaba apunto de llorar en ese momento, dicen que las palabras duelen cuando de verdad te importa quien las dice.

Nunca he tenido una buena comunicación con mi mamá, siempre discutía con ella por cosas que realmente no tenían importancia.
Con mi padre ni se diga, es un empresario tengo una hermana a la cual él siempre prefirió y era su favorita, y no la culpo, aunque si me duelen sus palabras, también necesito el apoyo de un padre o tan solo un animo.

Mis padres se separaron desde que mi hermana y yo teniamos tan solo 11 años.

Soy una persona con adicción al alcohol.

Desde los 15 años comencé a beber a más no poder, la persona que siempre a estado en ese momento es mi amigo Erik la persona que no me ha dejado tirada al igual que mi amiga Adriana.

Recuerdo que una vez, en mi primera borrachera, bebí hasta más no poder, esa noche fue en uno de mis tantos cumpleaños en el que vería a mi padre por primera vez, pero me quedé esperando sentada en aquel sillón al lado de mi madre.
Fue mi primer escape con mis amigos, esa noche todo cambió para mi ya que había perdido la confianza de mi madre.

 Con Los Ojos Abiertos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora