Capítulo: 14.

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Desperté por medio de los golpes en la puerta, por unos instantes pensé que era mi papá o el calamardo, fui y abrí era mi hermana y nada más y nada menos que con mi papá.
- que quieren, yo no me quiero casar con alguien que no conozco- respondí de mal genio.

- Kasandra por favor no me dejes abajo soy tu padre y la empresa necesita salir adelante, estoy en la ruina- respondió con tristeza.

- tú y tu empresa que se vallan mucho al carajo, si al carajo como tú me mandaste a mi cuando te necesitaba, ahora si soy tú hija ahí está mi hermana pero yo, yo no- respondí gritando algo de lo que tenia guardado dentro de mi, quería seguir pero se formó un nudo dentro de mi.

- por favor si no lo haces le quitaré todo a tu madre- finalizó para retirarse pero yo lo detuve.

-está bien acepto- no dije nada más.

Recogí mis cosas y fuimos de regreso a la casa de mi padre, me arreglaron para mi boda, la pesadilla de mi vida por así llamarlo, pasaron los empleados de el calamardo por mis cosas.
En el camino a el registro civil no pude evitar que saliera una lágrima, mi hermana solo me miró de reojo, rápidamente me limpie la lágrima.
Al declararnos oficialmente marido y mujer mi hermana y mi padre saltaron de felicidad.

El calamardo me llevó a su casa, y me presentó a cada uno de sus trabajadores y trabajadoras de la casa, en eso llegó mi padre y me dejan sola para poder contemplar la casa.
Era grade, con una escalera en el medio la cual llevaba directamente a las habitaciones, tenía un patio de servicio con una alberca u un jardín, los cuadros y los muebles de la casa daban un tono de elegancia.

-te gustó la casa princesa- dijo el calamardo en tono seductor.

- si es hermosa- respondí fríamente

- de ahora en adelante el que manda soy yo, tu solo serás lo que has sido desde un principio, la encargada de llevar mi fortuna a la cima- respondió de la forma mas fría y egoísta.

- si eso quieres está bien, siempre y cuando tenga un beneficio a cambio- finalice para ir a la recámara.

Las primeras semanas para mi eran una maravilla, pues me dijo que las utilizara para que yo descansara de todo el trabajo, me llenaba de lujos caros, como ropa de marca y diseñadores, diamantes finos que valían y costaban mucho. Algo que siempre me prohibía era entrar a su despacho y tener amistades con hombres pues me atrevería a las consecuencias, de igual manera le pedí privacidad con mis cosas puesto que él aceptó.
Cada noche era dormir en el mismo lugar que el enemigo, siempre satisfacía su ego.
Con el paso de los días me fui acostumbrando a él me di cuenta que lo que antes era amor se había terminado con su forma de ser.

Era lunes me había despertado temprano para hacer sus cuentas y depositar sus respectivos pagos a sus empleados, cuando termine fui a comprar algo para preparar de comer y distraer mi mente un rato y pensar en como ganar dinero yo misma, pues ya me había cansado de trabajar para si empresa, el caso es que yo también pensaba en formar mi empresa así que en todo el transcurso del camino le di varias vueltas al asunto.
Llegué a casa y preparé yo mismo la comida, dándole el día a la empleada.
En eso cuando estaba empezando a comer tocaron el timbre, abrí y era mi hermana Kendal, la mire con enfado por unos minutos, pero accedí a dejarla pasar.

-hola Kasandra como estás, mira perdón- dijo cabizbaja

-bien gracias- respondí con enfado.

-quería invitarte a mi pasarela que será hoy para que lleves a tu marido- dijo con un poco de alegría en sus ojos.
Me partió algo el corazón, pero me repuso el pensar que por lo menos ella es feliz.

-está bien ahí estaré - respondí cabizbaja.

Se despidió de mi dando pequeños brincos de alegría, me quedé destrozada por unos momentos, en eso llega mi peor es nada me miró que estaba a punto de llorar y me abrazó fuerte, me sorprendió que hiciera eso en ese instante, después me dio un pequeño y cálido beso en los labios, sus labios suaves y carnosos de los que me había enamorado y deseaba tanto hace meses atrás, por un momento despertó esa llama de lo que anteriormente sentí, me dejé llevar por el momento solo unos minutos, hasta que me separé de él.

- Mi princesa todo va a estar bien- suspiro pesado y volvió a abrazarme.

- gracias- dije en seco sin ninguna muestra de sentimientos.

Odiaba tanto no poder contarle todo y tener que aguantarme las ganas de llorar y lanzarme al piso hasta quedar profundamente dormida, pero no, tenia que aguantarme todo eso por miedo de que pensará que era débil.
Lo dejé solo con sus pensamientos y me fui al jardín, en eso entra mi visita inesperada Yena la compañera de el grupo de prevención de adicciones.

- hola, se que es extraña mi visita- dijo algo extraña en su tono de voz.

- a que se debe tu visita- respondí algo inquieta y confundida.

- vine. Invitarte a salir a un concurso de belleza y cantó, gustas ir- contesto con una sonrisa y mirando sus pies.

- claro- respondí con alegría y haciendo una pausa - nos vamos en el carro de mi marido no te apures- finalicé para ir por las llaves.

Tomé las llaves y le avise a mi marido en donde estaría, en el transcurso del camino platicamos el por qué estábamos en el centro de rehabilitación, nuestra familia y las cosas que nos apasionaban.
Llegamos al lugar y era exactamente el mismo lugar que mi hermana Kendal me había dado anteriormente.
En eso ocupaban una concursante más en canto y una modelo sustituyente.
Yena me mira por unos minutos y se retira, al poco tiempo vuelve.

-elige uno, ya te anote y no ahí marcha atrás- dijo con una sonrisa.

- Yena yo no puedo, si a caso canto pero modelo yo no, no le puedo hacer eso a mi hermana- respondí con preocupación.

- ella te hizo algo y te las cobras sin pensar, vete a cambiar te acompaño- finalizó con una sonrisa de triunfo mientras yo pensaba en que iba a cantar no me sabía ninguna pista en absoluto.
Me arregló y me puso una pista con el karaoke y lo comencé a cantar como ensayo.

- lista, no cantas tan mal las rancheras morra- dijo aplaudiendo al finalizar la canción que cantaría.

Los nervios corrían por mi cuerpo y en ella corría la adrenalina de estar en el escenario de nuevo.
Cuando llegó mi turno Yena me dio un abrazo y un suerte tú puedes esa palabra que siempre quise escuchar.
Al salir al escenario todos comenzaron a echar porras y gritar, respiré y me puse el micrófono, comencé a cantar, la voz me salía por si sola sin tener que subir el volumen, la letra me identificaba tal y cual.

-es algo más que la distancia, que el dolor y la nostalgia, se que eso no nos va a separar, es darte un beso cada noche y que tus manos me enamoren y que lo nuestro crezca cada día más por que somos algo más..

 Con Los Ojos Abiertos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora