Capítulo: 9.

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- por qué usted no tiene el acento e idioma de aquí? - pregunté para romper un poco el silencio que me incomodaba bastante.

-yo soy de la sierra en Sinaloa mi niña, por jugadas del destino vine aquí- respondió con los ojos cristalizados.

- perdón por preguntar- respondí, se me hizo un gran nudo en la garganta, la abrace fuertemente.

- no te preocupes mi niña, ahora ya estás lista para que vallas con el señor José que te espera - finalizó no sin antes darme un beso en la mejilla y un abrazo fuerte.

Caminé a la salida y baje las escaleras con el nudo en la garganta.
Esa señora me dejo un sabor de boca con ganas de conocerla más a fondo, sabía en el fondo que aprendería mucho de ella a lo largo del tiempo.

- lista, llevas tus papeles- dijo mi papá de mala manera.

- si llevó todo en mi mochila- respondí con media sonrisa.
Carajos por que le estaba sonriendo en este momento, que es lo que estaba pasando.
Salimos en su coche deportivo, como siempre al señor le gustaba lo caro, fino y bonito sin importarle lo que el mundo pensara al respecto.
No me llamaba mucho la atención, al igual que mi mamá, siempre le gustaba lo fino, bonito y más aún si se trataba de diamantes incrustados. Eran casi almas gemelas les gustaba lo mismo y al igual eran gente de negocios, que si alguien les quedaba debiendo algo no se tocaba el corazón para quitar una pertenencia sin importar la situación, al menos de esa forma era mi padre si bien recuerdo una vez cuando tenía 9 años. En cambio mi madre era la mujer más noble, inteligente, abierta, siempre pensaba las cosas a futuro por más jodida que estuviera nunca pero nunca la miraba con la cabeza abajo, la admiraba tanto en todo sentido hasta en su manera única y sencilla de vestir.

Llegamos al centro de rehabilitación, llene unos datos personales que me pidieron, mi padre se retiro ya que al rato pasaría por mi.
Entré a un pequeño salón, tenia varias imágenes pegadas en la pared entre ella reconocimientos, en ella había varias sillas en forma de círculo.

- los muchachos no tardan en llegar, pasa aquí está el psicólogo- dijo la secretaria.

- gracias - respondí nerviosa.

Pasé algo nerviosa, tal vez por que me preguntarían cosas personales que nunca hablaba de ello, aunque presentarme en frente de un grupo de personas era algo que me encantaba mucho no lo voy a negar, pero hablar motivos personales me dolía tanto y si una de las cosas que me daba algo de pena era llorar en frente de un grupo de personas que no conozco por el miedo de ser juzgada o atacada como pensaba en algunas ocasiones.

- estás nerviosa, no te preocupes estamos para ayudarte no para juzgarte- dijo el psicólogo.

-gracias- finalicé y tomé asiento al mismo tiempo que miraba el aula.
Se veía una persona estricta, su altura me intimidaba al igual que su mirada fija, a la vez me ponía algo nerviosa, esa mirada me hacía agachar la mirada.
Comenzaron a llegar los del grupo, poco a poco esas sillas vacías se fueron llenando, solo faltaba una por llenar.

-falta Yena, la esperaremos 10 minutos para comenzar la platica y presentar a nuestra nueva integrante- dijo el psicólogo algo pensativo.

Pasó el tiempo, en eso una muchacha de aspecto algo pálido, delgada, su cabello largo y rizado de color negro.
Era una mujer hermosa no lo voy a negar, demostraba una gran tristeza en su rostro.
El psicólogo se acercó a ella y le dijo algo que no alcancé a escuchar, tomó asiento en la silla vacía al lado de mi, me sonrió de reojo.

-eres nueva, si estás aquí por obligación es mejor retirarte muchos no aguantan y terminan muy mal- me dijo en un susurro que apenas alcancé a escuchar.

- ni entiendo a que te refieres- respondí tratando de entender lo que me quería decir.

- olvida y retira lo dicho chula- finalizó para prestar atención a la platica.

Todo comenzó perfecto, la platica fue algo tranquila, nos presentamos y contamos lo que más nos gustaba hacer, después pasamos a la etapa difícil al menos eso pensaba, tocamos el tema de si estábamos en este lugar por voluntad propia o estábamos obligados, la respuesta de menos de la mitad estaban obligados por sus padres.
El psicólogo les pidió que pasaran a la otra aula ya que Platicaría con cada uno de ellos.
Finalizó dejándonos una pequeña reflexión mientras nos preparaba para la etapa de desintoxicación.

Salí algo pensativa de las pláticas, yo era de esas personas que no podía vivir sin una sola gota de alcohol, me sentía desesperada y vacía a la vez, no tenía a las personas que me apoyaban en este momento me sentía completamente sola en ese momento.
Mire de lejos el carro deportivo de mi padre y pensé por un momento en como escapar sin que me viera.
Corrí a toda velocidad rodeando de que mi padre me viera, caminé por largas horas llevaba algo de dinero y dos cambios de ropa.
Compré una botella y algo de agua y cosas para el cuidado personal y obviamente un periódico para buscar un empleo.
Busque un hotel algo no tan costoso para pasar una o dos noches, lo que menos quería en ese momento era llegar a casa de mi padre.
Llegué al hotel y al llegar a mi habitación puse algo de música y comencé a buscar un trabajo que tuviera que ver con mi profesión o también de ser modelo, al menos no se me daba nada mal.
Me puse a beber a hasta acabarme la botella y quedar tirada en la cama como solía hacerlo siempre.

 Con Los Ojos Abiertos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora